Con la licencia otorgada la semana pasada, el Ayuntamiento ha cruzado una línea roja que ninguna corporación hasta ahora se había atrevido a franquear. El Palacio Bellas Artes es la sala de cine más antigua de España, incluida en el Plan Nacional de Patrimonio del siglo XX. También es un símbolo de la ciudad de San Sebastián, que suscita un enorme cariño entre los donostiarras. Desde el año 1977 está catalogado como “Edificio Permanente”. La ficha del PEPPUC fue revisada en marzo, adaptándola como un guante a las apetencias de la propiedad. Permite la destrucción completa del interior y modifica ampliamente el diseño original de sus fachadas. Tras el derribo -que quieren disfrazar de rehabilitación conservadora- solo subsistirá un 20% del edificio histórico. La SADE abandonó su mantenimiento con la connivencia de las autoridades, que no hacen cumplir sus propias órdenes de ejecución (reposición de la cúpula y diversas actuaciones de saneamiento y refuerzo, impuestas a consecuencia de una ITE). Una sentencia del TSJPV, dictada en mayo de 2020, obliga a ejecutar un amplio programa de reparaciones estructurales, cuya exigencia se elude. Si hay un solo edificio de la ciudad que merece la pena preservar por su singularidad es precisamente este cinematógrafo. Áncora secunda la alerta del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y pide a todos los donostiarras que se opongan activamente a su desaparición ¿Merece la pena sacrificar un hito del patrimonio cultural europeo para inaugurar más alojamientos turísticos?