Imaginen una villa medieval asediada, imaginen que estamos en el momento álgido de la batalla, la población abrumada y los soldados que la defienden agotados. Pónganse en situación. Imaginen que a alguien se le ocurre que es buena idea adelgazar los muros y prescindir de la mitad de los soldados.Imaginen que esa población son ustedes, que los muros son la estructura del sistema sanitario y que los soldados somos los profesionales que nos estamos dejando la piel y la salud por defenderlos.Soy un profesional sanitario y les comento todo esto porque, a parte de estar cansado, estoy profundamente preocupado y dolido. Trabajo en el Centro Coordinador de Emergencias de Osakidetza de Gipuzkoa, ese lugar en el que se gestionan las ambulancias, los traslados de pacientes entre hospitales (tan críticos estos días), los médicos y enfermeros que van a sus domicilios o simplemente, en el que se puede hablar con un profesional sanitario en mitad de la noche. Les decía que estoy preocupado y dolido porque a partir del día 3 de mayo (6 días antes de que termine el estado de alarma) mi servicio ha decidido que podemos prescindir de la mitad de los soldados por las noches, concretamente la figura de enfermería de lunes a jueves. Estoy preocupado y dolido porque somos un Servicio Básico Esencial y esta decisión supone un recorte a la prestación sanitaria que afecta directamente a la población. Es triste constatar que, a pesar de todo lo que estamos pasando y de todo lo que deberíamos de haber aprendido, persisten los mismos esquemas mentales y la misma manera de hacer las cosas. El Sistema Sanitario no es una empresa, es un servicio. Es la materialización del derecho de la población a recibir asistencia sanitaria. Es momento de construir un sistema de protección pública mejor, más seguro, más resiliente. Me preocupa y me duele tener que estar gastando mi energía en intentar que, por lo menos, no nos quiten lo poco que tenemos para poder seguir trabajando. Manu Arteaga Medico Coordinador Emergentziak Osakidetza