En estos últimos días hemos visto que ciertos personajes públicos caen en el agujero de la trampa y de la falta de ejemplaridad. Creo que los colores de todos los partidos políticos están presentes. No se salva ni uno. A lo largo de estos meses aciagos del coronavirus los hemos visto. Cualquier director general, concejal… está en el disparadero y así ha ocurrido. James F.Clarke, historiador y escritor estadounidense del siglo XIX, decía: “Un político piensa en las próximas elecciones; un estadista, en la próxima generación”. Quien se centra sólo en ganar las próximas elecciones es un simple político mediocre a quien no le interesa más que el poder. El punto de vista de la verdadera persona de gobierno está puesto en la próxima generación, e intenta ya desde hoy resolver sus problemas, adelantarse a sus necesidades y prever su futuro. El objetivo fundamental del gobernante debe consistir en servir al bien común, es decir, en crear aquel conjunto de condiciones humanas, económicas, sociales y culturales que hagan posible el pleno desarrollo de toda la persona y de todas las personas de una determinada comunidad política. Desgraciadamente, no en pocos casos, hay ausencia de ética o vulneración de la ética en la vida política.