Discúlpenme, pero estoy empezando a perder la esperanza en un gran número de seres humanos junto con los que, por suerte o por desgracia, soy parte integrante de nuestra sociedad. Sí, con todos esos individuos que no llevan mascarilla o la llevan mal, que fuman sin guardar la distancia prudencial, que no usan hidrogel, que se agrupan sin control... En definitiva, que no sacrifican nada. El contexto de pandemia en el que vivimos, desde hace ya casi un año, es ciertamente complejo y los problemas de tipo sanitario, socioeconómico, psicológico, de calidad de vida... se van agravando día tras día. ¡Que sobrevivimos inmersos en una pandemia mundial, damas y caballeros! ¡Entérense! Permítanme, veo dos opciones: A) Seguimos haciendo las cosas del mismo modo y alargamos la salida de la etapa coronavirus; o B) Nos tomamos esto en serio. Mascarilla, distancia, lavado de manos, vacunación masiva y cierres acompañados de ayudas suficientes. Sacrificio. Covid-19, ¿hasta cuándo? Nadie tiene la respuesta, pero de nosotros y nosotras depende no eternizar el final de esta durísima etapa de nuestras vidas.