Recuerdo que un amigo sacerdote (Txolis, 1931-2020) solía comentar que “la clave no estaba en pasar el tiempo, sino en aprovecharlo”. ¡Qué enorme diferencia hay entre “pasar el tiempo” y “aprovechar el tiempo”. Pasar el tiempo lo sabe hacer cualquiera; aprovecharlo debidamente, en cambio, es un arte. Tengamos el talento suficiente para buscar el tiempo y aprovecharlo al máximo. Muchas veces pienso que el tiempo es como una herramienta. Una herramienta en sí tiene escaso valor. La herramienta es un medio para hacer o conseguir algo. Así también el tiempo. Con la herramienta del tiempo podemos adquirir una buena formación, podemos ayudar a los demás, podemos trabajar por la construcción de un mundo mejor y más justo, humano y fraterno, participando concretamente en múltiples iniciativas encaminadas a tal fin. Acabamos de celebrar la Navidad, tiempo de la familia, de la comensalía, del encuentro, pero también este pasado 2020 ha sido el año de la pandemia: muertes, trabajos en crisis, desempleo, precariedad económica. La misma situación de los pensionistas es oscura y pesimista. Personalmente ante aquellos claroscuros que veía en el Pacto de Toledo y aposté por ello, ahora vienen los nubarrones. Me ha decepcionado el ministro José Luis Escrivá. Tendremos que seguir en la brega de las reivindicaciones sociales de los pensionistas, aunque la situación de la pandemia la tendremos que tener muy en cuenta. Me preocupan sobre todo la pensión mínima, la previsión social complementaria y la pensión de las viudas. Necesitan un repaso claro, realista y valiente. Se suele decir que la esperanza es lo último que se pierde. No podemos de ninguna manera “desesperar” o sea, “dejar de esperar”. Todo dependerá de la respuesta que tú, yo y todas/todos nosotros demos a lo largo de la pospandemia.