Tú lo quisiste, fraile mostén; tú lo quisiste, tú te lo ten. Este pareado se lo decía alguien a un monje que se quejaba de algo del convento. Sí, estoy pensando en que si eliges una opción, o la eligen por ti, como vivir en una residencia de mayores, en vez de vivir en tu casa, es inútil quejarse si no te gusta. Por algo nos habrán traído a sobrevivir aquí nuestras familias. La vida aquí es como todo: calidad de vida, en el punto medio. Ni hotel, ni casa de familia, ni burbuja ni cohorte, ni libertad absoluta ni mucho menos. Un híbrido que hay que vivirlo para entenderlo. Ni bueno ni malo. Considerándolo económicamente, lo que me cuesta a mí y lo que me dan de comer, de dormir... Un chollo. Te puedes trasladar cuando quieras a otro sitio. “Ahí está la puerta!”, te podrían decir. La libertad también tiene un precio y la independencia, más. Las operaciones de mi dinero para ese supuesto independentista personal, me dan números negativos. Así que me quedo. Alguien lo quiso por mí, yo me lo ten.