Hace unos días nos despertamos con la enorme sorpresa de la firma del equipo de fútbol del Antiguoko con el Athletic. Dicha noticia, con una gran repercusión mediática en todos los medios locales y nacionales, me hizo pensar en los devenires de dicho club, de nuestro barrio antiguotarra, en los últimos tiempos. Por ello, conociendo la forma de proceder de su presidente, Napoleón Edorta, no me han extrañado sus argumentaciones. Toda su defensa es el maltrato y nulo reconocimiento por parte de la Real Sociedad y, con ello, su peligro de no crecer en sus aspectos futbolísticos y financieros. ¡Ay divino dinero! ¡Cuántas palabras bonitas le adornan para no decir la verdad! Esta solo es una, lo hicimos por dinero, porque la descapitalización del club es evidente en estos últimos años y, si no es así, Sr. Edorta, le invito a que haga públicos los últimos balances de su club. Pero para encubrir esta realidad has cometido el grave error, a mi entender, de apelar al sentido, cuasi patriótico, de tus esencias donostiarras y guipuzcoanas. Estos valores que, a nivel personal, no se los discuto a nadie, a nivel de club perteneciente a la cantera guipuzcoana debo decirte que no cuelan tus argumentos. Pertenecer al fútbol guipuzcoano y trabajar por su cantera es incompatible con firmar con el Athletic. No niego vuestros legítimos derechos de convenir con el club que deseéis, pero ello no os da derecho a no defender nuestros principios donostiarras y guipuzcoanos. Menos aún, a trabajar y serviros de unas instalaciones públicas como es el campo de Berio. Este golpe de estado a nuestro fútbol y a nuestra querida Real no se cuece en unos pocos días. El tiempo nos mostrará todos los pasos dados por ti y por tu junta para llegar a donde estamos. Llevas mucho tiempo actuando como un emperador, por ello lo de Napoleón, despreciando la representatividad del barrio o de la ciudad, no admitiendo socios, exceptuando los de vuestra cuerda, suspendiendo asambleas, una detrás de otra, cuando te piden las cuentas. Ahora nos anuncias, a toro pasado, que la vas a convocar para dar explicaciones. ¿No hubiera sido más democrático hacerlo al revés y que la propia asamblea decidiese?Recuerda para terminar, dónde terminó Napoleón, aquí también tenemos isla, y por cierto más bonita. Por dar ideas, pido al Ayuntamiento que inmortalice este momento y coloque una estatua conmemorativa de tu heroicidad junto a la estatua que se va a colocar en nuestra isla. Seríamos muchos donostiarras quienes visitaríamos tu busto para recordar a quien intentó dinamitar la concordia en nuestra querida cantera. Gora Donostia, gora el barrio del Antiguo, gora Erreala!Ángel Ayestarán Calvarro