Algo debe de estar aconteciendo para que el inefable Marlaska destituya al coronel de la Guardia Civil, Pérez de los Cobos, el militar mejor considerado y al que se le encomiendan asuntos trascendentales, como apagar con gasolina el incendio del referéndum catalán y testificar en falso bajo juramento en el procés.Marlaska, que en su fase de juez de la Audiencia Nacional tradicionalmente utilizaba los informes de la Guardia Civil para encausar a a detenidos vascos y no investigaba las denuncias de tortura, ahora se convierte en el juez justiciero Roy Bean y descubre que la jueza Rodríguez Medel le puentea prohibiendo al coronel que informe a su superior jerárquico, el delegado del gobierno central en la comunidad autónoma, José Manuel Franco Pardo. El informe contiene errores de bulto y se basa en recortes de periódicos que la jueza ha dado por buenos sin contrastarlos. Tergiversa la autorización de Franco de la manifestación del 8 de marzo, Día de la Mujer, al que culpa de la rápida propagación del COVID-19 . Además de tratar de desacreditar al ministro de Sanidad, Illia, y al director de Alertas y Emergencias, Fernando Simón. La citada jueza, que pertenece a una estirpe vinculada a la Guardia Civil, ha acusado inicialmente de prevaricación al delegado del Gobierno en Madrid por trasladar el informe a Marlaska, que ordenó al coronel destituido le fuera entregado a ella en calidad de policía judicial y no a sus superiores jerárquicos, el delegado Franco y el ministro Marlaska. Esta destitución se funda en “falta de confianza” y ha provocado la renuncia del general Laurentino Ceña (DAO) y a su vez la del delegado del Gobierno en La Rioja. Una ola del rocambolesco sentido de solidaridad muy típico del estamento militar. Marlaska en su deposición en el Congreso también ha informado que se dispone a pagar 247 millones a las FSE en concepto de equiparación salarial. Es la ambigüedad del ministro del Interior lo que le ha otorgado esa personalidad.