Con la alarma sanitaria por el COVID-19 a las personas mayores se nos ha considerado, y proclamado a los cuatro vientos, como colectivo de riesgo. Pero no se ha dicho que el riesgo consistía en que personas de otros colectivos nos podían contagiar con consecuencias muy graves, no solo por nuestra edad, sino por las patologías que pudiéramos padecer. Es decir, en esta situación sanitaria, las personas mayores hemos sido más receptores de la enfermedad que propagadores de la misma. Y eso no se ha dicho. Como tampoco se está diciendo que en esta nueva normalidad que estamos viviendo, hay otros colectivos de riesgo, como son algunas personas más jóvenes, que con sus comportamiento y sus incumplimientos de la normativa, están posibilitando la aparición de nuevos brotes de contagio. Así es que ya tenemos otros colectivos de riesgo, y esos sí son, o pueden ser, culpables de la propagación del COVID-19. Entonces, si a las personas mayores se nos aisló, ¿por qué no se aísla a estos nuevos colectivos de riesgo?