Un muy interesante coloquio organizado por Jakiunde (Zienzia, Arte eta Letren Akademia) ha suscitado la reflexión en torno a uno de los grandes retos estratégicos que como país tenemos en Euskadi y al que hemos de atender de manera prioritaria. Con altibajos, los últimos cincuenta años hemos visto cómo descendía la natalidad en Europa y en Euskadi y ahora hemos pasado del estancamiento al retroceso demográfico

Ese descenso se ha acentuado desde la crisis económica que se desató en 2008. Las causas de este fenómeno son variadas y complejas. Pero más que de las causas, de lo que debemos ocuparnos en este momento es de alguna de sus consecuencias. Según todas las previsiones, en los próximos veinte años en Euskadi habrá escasez de personal cualificado.

Esta escasez se producirá en una época, precisamente, en la que ese tipo de personal será más necesario que nunca, especialmente en algunas áreas. Muchas actividades económicas y sociales se verán comprometidas al no encontrar soluciones. Será fundamental encontrar las claves para formar, retener y atraer personas de diferentes niveles de cualificación para poder mantener nuestro tejido industrial y para poder seguir haciendo realidad el objetivo de nuestra competitividad sostenible.

Tal y como destacó en la jornada la catedrática de fundamentos de análisis económico de la UPV/EHU, Sara de la Rica, y como se plasma en el Libro Blanco sobre el Empleo de Euskadi, nuestro país, Euskadi es una de las regiones más envejecidas del mundo, y sus causas son dos: (1) baja natalidad (sobre todo) y (2) alta longevidad. Ambas son causas derivadas del desarrollo social, lo cual es un éxito, pero sin duda impone retos que no se deben eludir para mantener nuestros pilares del Estado de Bienestar.

Las consecuencias de este envejecimiento son sobre todo tres: (I) escasez de personas trabajadoras, (II) cambio en la demanda de bienes y servicios al cambiar la composición poblacional, y (III) una posible tensión intergeneracional. Y se han detectado sobre todo tres canales de actuación en los que hay márgenes de mejora claros: (I) alargamiento de la vida laboral, sobre todo en el segmento de 55-64 años, II) aumento de la intensidad laboral de las mujeres, y (III) atracción de personas de otros países, tanto en alta como en baja cualificación.

Para abordar esta transición demográfica con éxito va a devenir clave poder contar en Euskadi con un plan, una estrategia bien diseñada en relación a la inmigración para el empleo y para su integración en nuestra sociedad, tanto alta como de otras cualificaciones; y hemos de abordarlo ya, porque Euskadi tiene, tenemos un problema: todavía no somos capaces de atraer personas de otros países de alta cualificación. Hay experiencias exitosas, como la que viene desarrollando la Fundación Ikerbasque en el ámbito de la investigación científica, pero necesitamos una estrategia capaz de lograr que resultemos atractivos para captar talento.

Y junto a ello, la competencia por el talento es global: entre continentes, entre Estados... y entre empresas. ¿Cómo hacer frente a este reto de país? Junto a una estrategia de políticas públicas bien definida, y a partir de un buen diagnóstico (el Gobierno vasco ha trabajado ya mucho y bien en esta materia, y ahora hay que lograr ahora la cohesión entre todos los actores implicados, públicos y privados, incluidas las universidades, nuestra FP y todo el sistema educativo), es necesario que nuestras empresas ofrezcan un plan, un proyecto atractivo de futuro a nuestros jóvenes.

Con criterios de equidad intergeneracional, con alianzas transformadoras y con innovación social podremos hacer frente a este reto. Nuestro Estado del Bienestar está en juego y entre todos debemos lograr civilizar colectivamente nuestro futuro.