20 años

Recuerdo haber asistido al acto bautismal de este diario, allá en 2005. Se encontraba uno inmerso en su actividad política, muy convulsa en aquella época. Ello me permitió conocer a sus periodistas, que acudían a nuestras ruedas de prensa, nos hacían entrevistas o nos llamaban para ver si lograban tirarnos de la lengua en busca de alguna información apetitosa. El posterior pase a la Diputación abrió el abanico, y redactores de otras secciones, sobre todo la de deportes, también entraron en mi agenda. Y yo en la de ellos. Aquello fue muy enriquecedor, pero uno no dejaba de estar en el otro lado de la barricada, valga la expresión.

Tras un periodo de barbecho, recibí la llamada de Eduardo Iribarren y me ofreció escribir una columna semanal, propuesta que acepté con gusto. Esta de hoy hace el número 306 en la contraportada, aunque también he hecho incursiones en otras páginas, sobre todo –aunque no solo– en las de política con motivo, por ejemplo, de algunas campañas electorales. Todo está siendo bonito, aunque uno no siempre atina delante del teclado. No existe mejor termómetro que las llamadas y los mensajes que recibe uno todas las semanas, para comprobar si con los cerca de 2.000 caracteres escritos se han removido conciencias, se han arrancado sonrisas o se han generado cabreos.

Me decía un político ya fallecido, que en esta vida hay que saber estar, pero también no estar. Juiciosa lección que me ha llevado durante los últimos años a declinar invitaciones para actos sociales de diversa naturaleza, que algunas todavía llegan. También la pereza afecta, seamos sinceros. Pero por nada del mundo me quiero perder hoy la celebración de dos décadas de este periódico del que me siento parte. Una cita que me servirá también para recordar a grandes firmas ya ausentes, como el inolvidable Iñaki de Mujika. Mañana volverá la rutina: temprano, bajaré a recoger el Noticias de Gipuzkoa que los amigos de Haritza me dejan en el portal. Mi primer café le estará esperando. Zorionak.