La Comunidad Valenciana tiene una población de 5,2 millones de habitantes. Hay 118 países en el mundo menos poblados, entre ellos Kuwait, Croacia, Uruguay, Catar, Eslovenia, Luxemburgo, Islandia, Andorra o Mónaco. Es casi del tamaño de Irlanda y Noruega. Tiene una Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias. Pues bien, según leo a Mazón, este pequeño estado con toda clase de instituciones, miles de ojos, acceso a webs, acceso a datos cincominutales del ascenso de los ríos, de las precipitaciones casi en tiempo real caídas en la cuenca de la Rambla de Poyo, necesitaba llamadas y mails de la Confederación Hidrográfica (CH) del Júcar para mandar alertas.

Según él, a las 18.43 la CH del Júcar avisó de que el caudal del Poyo era de 1.700 m3/s “sin riesgo de desbordamiento”, lo cual no deja de ser algo insólito puesto que el Poyo ya estaba desbordado, como lo demuestran decenas de vídeos que circularon en redes aquel día y posteriores. El resumen es que tienes una cantidad notable de competencias y de herramientas, capacidad para observar por ti mismo la realidad, pero tienes que esperar a que otros, que se limitan a darte los datos que tú mismo puedes ver, te digan lo que pasa.

No tiene sentido ninguno, como no lo tiene el hecho de que el susodicho quiera seguir aferrado al cargo para liderar la reconstrucción si así lo consideran los valencianos. Y no lo tiene puesto que su gestión, más allá de que pueda haber errores en otros lugares e instituciones, ha estado plagada de ausencias, medias verdades, mentiras medianas, dilaciones y oscurantismo, todo por no asumir desde el inicio que se vieron desbordados por algo que igual hubiera desbordado a todos pero que, viviendo donde viven, bien podrían haber previsto de muchas mejores maneras porque, a la vista de las explicaciones, parecen protocolos para lugares de bajo riesgo y el levante Mediterráneo todos sabemos que no lo es.