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Eduardo Iribarren

Director de Noticias de Gipuzkoa desde 2018

Entre políticos anda el juego

El primer ministro francés gana una bola extra para aprobar las cuentas que no consigue sacar adelante víctima de los “juegos políticos” de sus colegas

Entre políticos anda el juegoCONTACTO vía Europa Press

La guillotina pende sobre el cuarto primer ministro que ha tenido Francia en los dos últimos años. Si cae, las elecciones serán inevitables y la victoria de la ultraderecha, por descontada. Hasta ahora, Sébastien Lecornu no ha sabido dar con la tecla del acuerdo presupuestario por culpa, denuncia, de los “juegos políticos” de sus colegas. Él dice que está a otra cosa, a sacar el país adelante y “no a preparar elecciones”.

De ahí, la prórroga en forma de ley de emergencia que aprobó la Asamablea Nacional sin un voto en contra. Sin ese aliento el Estado se habría quedado sin recursos y Lecornu sin posibilidad de intentarlo una última vez. Es lo que tiene la política en tiempos de polarización y fragmentación. Se trata de destruir, no al rival, sino al enemigo y con el enemigo no hay juegos cooperativos que valgan. 

Por ahí iba la propuesta del histórico líder extremeño Rodríguez Ibarra, que firmó varias mayorías absolutas y hoy ve cómo sus paisanos quieren derecha y más derecha. A sus requerimientos para que el PSOE haga un “ejercicio de responsabilidad” y se abstenga en la investidura de María Guardiola, desde los dos lados le han aclarado las bases del juego. Esther Muñoz, la portavoz en el Congreso del PP, no solo no tiene miedo a pactar con Vox: “Los extremeños no entenderían otra cosa que un gobierno de la derecha” liderado por ellos.

Esa imagen es la que buscan los socialistas, que no contemplan la abstención y siguen jugando la carta del miedo a Vox con poca fortuna, a la vista de lo bien que les va a los de Abascal y lo que auguran las encuestas ante lo que viene.

La gota que colma

el amigo de todo el mundo

La sospecha de la que no se libra Trump. Quien tiene un amigo tiene un tesoro, dice el dicho. Pues ahora sabemos que todo el mundo tenía un tesoro y encima millonario. El problema es que también era un vicioso sexual y pederasta, lo que le llevó a la cárcel y, finalmente, al suicidio. Donald Trump no acaba de librarse de la sospecha por su cercanía con la figura de Jeffrey Epstein y ayer se supo que entre los años 1993 y 1996 viajó al menos ocho veces en su jet privado, algunas más de las anunciadas en principio. Cosas de colegas, porque el magnate pederasta “era amigo de todo el mundo”. Nos podemos figurar qué tipo de mundo es ese al que se refiere un tipo como Trump, un personaje que cada vez es más fiel a la imagen que proyecta.

Sánchez, mientras, va a lo la suyo. Y qué mejor que sanar la herida de la debacle electoral con un escudo social que le queda en modo superhéroe. Bonos energéticos, medidas antidesahucios y descuentos en el transporte público que, como avisa el ministro Óscar Puente, se volatilizarán si la gente prefiere un gobierno de derecha extrema. En estas anda el juego.