Todas somos Yoanna
Leímos por primera vez el jueves por la noche la noticia que se repite en demasiadas ocasiones: “Un hombre ha asesinado a una mujer”.
Leímos por primera vez el jueves por la noche la noticia que se repite en demasiadas ocasiones: “Un hombre ha asesinado a una mujer”. Pero, esta vez, ha habido una gran diferencia: ha ocurrido en Zarautz, en el barrio de Itsasmendi. Comenzamos, como lo hemos hecho tantas veces en las últimas décadas, a organizar las acciones que con el tiempo hasta hemos normalizado: denunciar el asesinato machista en la calle, darle espacio a la indignación y a la tristeza que sentimos como ciudadanas y feministas... Pero esa tarde nos sentíamos casi a la deriva, sin saber muy bien qué hacer con la rabia que recorría nuestros cuerpos.
Mientras tanto, la información llegaba a cuentagotas. Había noticias confusas, falta de datos y versiones contradictorias, y esa desinformación dio paso a rumores y a un relato segregado. Pero a pesar de todo llegó a nosotras la noticia que nos dejó heladas: Yoanna había sido asesinada. Nos reunimos para hablar cara a cara lo que no se puede decidir mediante un grupo en Telegram, debíamos tomar decisiones urgentes. Estábamos nerviosas, sabíamos cómo/qué se hace en estos casos, hemos organizado en demasiadas ocasiones manifestaciones, concentraciones o caceroladas. Pero en esta ocasión lo hemos sentido cerca, muy cerca, y ello ha impactado significativamente en nuestro dolor y la responsabilidad y preocupación que hemos sentido.
No tardaron en llegar las lágrimas de las personas más allegadas –llenas de dolor y rabia–, las palabras que se enredaban en la garganta, la impotencia, la frustrante sensación de que era demasiado tarde. Y, cómo no, la ira que grita cuando se le roba la vida a alguien. Desde entonces, las que conocíamos a Yoanna no podemos quitarnos de la cabeza su bella sonrisa y su mirada cómplice. Sabemos que estaba comprometida con la vida y que esa determinación y deseo le han salido caros. A pesar del paso de los días y del esfuerzo realizado el pasado viernes frente al Ayuntamiento para denunciar lo ocurrido, su comunidad seguimos indignadas y tristes, además de pensativas y preocupadas. Sabemos que no se puede reparar todo lo ocurrido, pero al mismo tiempo sentimos que es necesario seguir trabajando para sanar las heridas que han dejado su muerte.
El heteropatriarcado no descansa: sea lunes, fin de semana, fiestas patronales, invierno, primavera, otoño... Las agresiones machistas no cesan, siguen en el entorno laboral, en ambientes festivos, dentro de los hogares, en el parque, en el monte o en cualquier otro lugar. Siempre están presentes y siempre, dejando fuertes heridas: tocamientos, insultos, menosprecios, violaciones y asesinatos que nos devoran. Además, sabemos que cuando la violencia machista se articula con otros ejes de violencia como el racismo, la exclusión social o la precariedad, aumentan las situaciones de vulnerabilidad. Prueba de ello fueron los comentarios y relatos que diversos medios de comunicación realizaron quitando importancia al asesinato, llegando casi a justificarlo. Por todo ello, nos surgen una serie de preguntas para la reflexión: ¿valen lo mismo las vidas de todas las mujeres zarauztarras? En el pueblo una mujer ha sido asesinada por un hombre y ¿no se ha decretado ni un día de luto oficial?
A decir verdad, desde el movimiento feminista no sabemos cómo mostrar más firmemente nuestra contrariedad ante la violencia machista, no sabemos qué más hacer para que sea un problema social de primer orden. Llevamos décadas visibilizando las caras de la violencia machista, denunciando su carácter estructural, reclamando estrategias para combatirla y tejiendo vías de reparación. Pero todo eso es responsabilidad de toda la ciudadanía, en este caso de todo Zarautz.
El asesinato de Yoanna nos interpela a todos y todas, y nos enfrenta al sistema del que formamos parte. Por ello es hora de asumir la responsabilidad que nos corresponde a cada cual en la consecución de una sociedad feminista, basada en la justicia social, libre tanto de violencia machistas, como de cualquier otra. Por eso es muy importante seguir trabajando, seguir fomentando la prevención, la concienciación y la transformación del sistema de valores en las escuelas, en las instituciones públicas, dentro de las asociaciones, en nuestras cuadrillas...
Queremos dirigirnos a las personas con responsabilidad pública y pedirles que inviertan mayor presupuesto y más recursos en la prevención, intervención y reparación de la violencia machista. Por ejemplo, agilizar las listas de espera para la atención psicológica, concretar los protocolos interinstitucionales, ampliar la formación de profesionales, etc. En definitiva, compromisos firmes. También hacemos un llamamiento al reconocimiento del movimiento feminista como interlocutor político, tanto en Zarautz como en el resto de instituciones y municipios. Tender puentes de colaboración es imprescindible para afrontar este reto que tenemos como sociedad, ya basta de disputas estériles. Nosotras, firmes en nuestro compromiso con nuestro pueblo, queremos reconocer a Yoanna como se merece y pedimos a la ciudadanía que esté atenta a las movilizaciones y acciones que tenemos previsto organizar.
Yoanna tenía una vida, como todas nosotras. Tenía madre, familia, amistades, sueños. No es un simple número, ha sido nuestra vecina. No es “una mujer asesinada más”, sino una mujer que luchaba a diario por su vida. Dejemos de reducir los asesinatos machistas a cifras, a fríos números. Que dice de un pueblo si el asesinato de una vecina no produce dolor, reflexión o necesidad de hacer algo para repararlo? ¿Qué somos si seguimos con nuestras vidas como si nada hubiera ocurrido?
En esta sociedad cada vez más compleja e injusta, el feminismo nos brinda un lugar desde el que construir un mundo mejor. Sin duda, es tiempo de tomar responsabilidades y revisarlas, revisarnos. ¡No podemos mirar hacia otro lado, todas somos Yoanna!