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Hablando en bata

Víctor Prieto

Feijóo vintage

Feijóo vintageEP

No sé si les pasa también a ustedes, pero este exceso de hostilidad que vive la política estatal y que me hastía profundamente, de vez en cuando se sale del tiesto y me depara una sorpresa abracadabrante. Véase: sesión de control al Gobierno del miércoles ocho de octubre; Alberto Núñez Feijóo anuncia con fanfarria de trompetas y tambores que ha hecho citar a Pedro Sánchez en el Senado para que comparezca a declarar sobre la corrupción en el PSOE (Pedro Sánchez Obrero Español... Ja). Respuesta del aludido, apeándole el usted: “Ánimo, Alberto”. Con una sonrisa cuyo subtexto podría resumirse como “voy a vandalizarte el ojete y además vas a pagar tú la cama, querido”. Si no lo vieron, búsquenlo porque vale la pena. Y a mí tampoco me gusta Sánchez, pero no veía una exhibición de aplomo así desde los tiempos de Felipe González, que los tenía cuadrados.

Sí, lo de Sánchez me sorprendió. Y aunque entre él y un escorpión prefiero el escorpión, porque entre sacudirle un escobazo a un arácnido con mala imagen o a un presidente del Gobierno guapetón, en los tribunales lo tendrías bastante mejor, con toda probabilidad. Incluso aunque te tocara el juez Peinado. Además, con un escobazo el escorpión va que se estrella, mientras que Pedro Sánchez hace tanto que no ve una escoba que denunciaría a un punki con anorexia por agresión. Los exteriores de La Moncloa empiezan a ser para él un universo inexplorado.

Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso comparten escenario durante el Congreso del PP del pasado mes de julio.

¿Y Feijóo? Pues mientras el ventilador seguía esparciendo mierda con las chistorras de Koldo, la pornovida de Ábalos, los laberintos de Cerdán y las cagadas de la Junta de Andalucía con cerca de dos mil mamografías mal gestionadas, no pude evitar fijarme en él. Y ya es decir.

Ignoro quiénes son los asesores de imagen del presidente del PP, pero estoy convencido de que los dirigen Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez, y de que ambos quedan luego a tomar una caña en el barrio de Salamanca para reírse. 

Por partes: le quitaron las gafas, le implantaron lentillas y le cambiaron el corte de pelo. ¿Resultado? En lugar de rejuvenecer, Feijóo se ha convertido en su propio abuelo esperando ingresar en una de esas residencias de la Comunidad de Madrid en las que el índice de mortalidad es tan normal y tan cuqui para su presidenta. Ahora el líder el del PP podría interpretar en una película a un profesor de filosofía en un colegio del Opus de los años setenta... sin maquillarse. 

Ignoro si Núñez Feijóo colabora voluntariamente en estas tácticas, pero si espera rascar votos en los suplementos de “estilo” de la prensa nacional... el morrazo está servido.