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Eguneko autopsia

Muestrario de trastornos de manual

La actualidad, por repetición, acaba haciendo parecer normales lo que no son sino disfunciones del comportamiento; el márketing hace el resto y las encumbra

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Después de escuchar la víspera a Donald Trump, en breve a Benjamín Netanyahu y a diario a Isabel Díaz Ayuso, hacen falta explicaciones en la ciencia médica, ahora que Osakidetza va a desplegar a psicólogos en ambulatorios. A saber: falta de empatía y despreocupación por los sentimientos ajenos; ausencia de remordimiento; propensión a la mentira; voluntad manipuladora; irritación ante la crítica y narcisismo. La OMS califica eso como psicopatía; y ojo, que no pretende insultar, solo diagnosticar. 

En EE.UU. ha vuelto el programa de Jimmy Kimmel pero sigue censurado por varias cadenas que lo emitían antes de que le sentara mal a Trump. Hay una corriente de pensamiento que se monda con los chistes de gangosos y mariquitas de los cassettes de gasolinera pero se indigna con la crítica política. Han sustituido a los gestores por influencers y la presidenta de Madrid es alumna aventajada. Ayer sacó cantares a la esposa y al hermano de Sánchez o a los fallos que su Comunidad no había detectado en las pulseras anti maltrato, pero no le da el día para resolver el caos en el Metro de Madrid. Mientras, el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, nos tranquilizaba afirmando que la legislatura “no está muerta”. Pues, si estaba de parranda, ya va siendo hora de que se sacuda la resaca y pase la aspiradora al polvo que se acumula en los compromisos pendientes.

Pero el protagonismo del día se lo llevó el juez Peinado, que ha entendido tan bien cómo va esto de la opinión pública que ha decidido que sea ella la que juzgue a Begoña Gómez: jurado popular para un caso cuya sustancia judicial sigue cuestionada pero la condena de la calle esta ganada.

Mensaje global, enfoque local

Felipe VI ante la ONU. Nadie hubiera entendido que el jefe del Estado español hubiese acudido a la Asamblea General de la ONU templando gaitas ante la matanza cometida en Gaza. El mensaje global solo admitía una exigencia al Gobierno de Israel de que ponga final de las violaciones de derechos. Otra cosa es que, en clave de política española, al monarca le faltaron voluntad o arrestos para utilizar la palabra “genocidio” al calificarlo. Al fin y al cabo, su próximo jefe de gobierno puede ser alguien que eluda hablar en román paladino o que se ausente del minuto de silencio para denunciar la masacre.

Por cierto, ¿han caído en la cuenta de la estrategia coincidente de los psicópatas del bulo ultra contra Gómez, Michelle Obama y Brigitte Macron? A todas ellas las han identificado como personas transgénero y a su audiencia eso les parece terrorífico. Y lo es. Su audiencia, quiro decir.