El vídeo de los bañistas
Estos días se ha hecho viral un vídeo en el que unos bañistas, supuestamente, persiguen y tratan de placar a migrantes que acababan de llegar en una lancha a Granada. Muchas de mis amistades lo han compartido. Lo que no se había dicho hasta ahora es que la escena no fue exactamente así. Unos pocos persiguieron, pero muchos más ayudaron y defendieron a los migrantes y pidieron calma. La ultraderecha, que sabe demasiado bien lo que se hace, difundió en redes sólo la parte que le interesaba para dar rienda suelta a su discurso del odio. Uno que se propaga como la pólvora, porque nos encanta ponernos viscerales.
Libertad de culto
Si tiene dudas sobre cómo interpretar lo de Jumilla, ahí tiene a la Conferencia Episcopal, sospechosa de muchas cosas, pero no de islamofilia precisamente, mostrando su apoyo a la Comisión Islámica. Los obispos señalan algo que…bueno, es evidente: “hacer estas restricciones por motivos religiosos es una discriminación que no puede darse en sociedades democráticas”. Y recuerdan que “las manifestaciones religiosas públicas, entendidas como libertad de culto, están amparadas por el derecho a la libertad religiosa, un derecho humano fundamental protegido por la Constitución española”. Pero nos encanta ponernos viscerales.
Integrar o vetar
Lo de Jumilla ha puesto un interesantísimo asunto en el centro del debate: ¿Cómo asimilamos la inmigración? Integrar o vetar, ésa es la cuestión. No por ser un ejercicio incómodo (al menos para algunos) debemos dejar de preguntarnos qué pasaría si fuera al revés. En realidad, no hay que preguntárselo. Basta con recordar. “Cuando la inmigación ilegal la hacíamos los españoles”, titula un usuario de menéame, Ian Cutris, su artículo en el agregador. Claro que los abuelos y bisabuelos de Abascal y los de su ralea no se vieron forzados a buscarse las habichuelas en otro país. Saben muy bien lo que se hacen utilizando esto.
Para esto sí trabaja
El que más visceral de todos se ha puesto es el presidente de Vox, hombre, por favor. En un extensísimo tweet que ha debido de dejarle agotado para lo que queda de verano, el de Amurrio saca la artillería pesada: “Hay que proteger los espacios públicos de prácticas ajenas a nuestra cultura y a nuestra forma de vida. Hay que proteger a los españoles de quienes buscan imponer una ideología totalitaria”. Yo es que no llevo bien que quien defiende una ideología que nos despoja a las mujeres de nuestros derechos y nos relega a la cocina y el hogar nos venga a dar lecciones de nada, qué quiere que le diga.
(No) callar
Callar o no ante las injusticias. Ante quienes agitan sin vergüenza la bandera del odio y el miedo para colarnos una ideología con tufo a cerrado y a nostalgia demasiado intensa por una época en la que las únicas libertades que se respetaban eran las suyas. Quienes, no nos engañemos, no tienen mensaje ni propuestas para solucionar nuestros problemas reales. Quienes ganan agitando el avispero porque saben qué tecla tocar para que nos pongamos viscerales. ¿Por qué confiar en ellos, si no estuvieron en el lado correcto de la historia hace 60 años y tampoco lo están ahora?