Neure kabuz
Exvicelehendakari y exconsejero de Industria del Gobierno Vasco, es asesor estratégico en diversas compañías a nivel internacional
Mapa de situación. Más allá de nociones geográficas: mapas del mañana
Al igual que todo futuro propio y deseado, exige nuestra decidida intervención para construirlo.
En 1986, bajo el mandato de Ronald Reagan en la presidencia de los Estados Unidos de América, y en plena confrontación Italia-Libia en la llamada “guerra de los misiles tierra-tierra”, Estados Unidos bombardeó Libia, bajo el Régimen de Muamar Gadafi. En 2.018, la OTAN intervino en Libia “para terminar con la masacre de su población”.
Recuerdo aquellos acontecimientos “iniciales” de 1986 en que los miles de estadounidenses planificaban sus confortables vacaciones familiares a disfrutar en la Italia mediterránea. Su sorpresa fue mayúscula cuando empezaron a ver en los titulares los mapas de la zona y “descubrieron” que la apacible Italia se encontraba a escasas millas de la peligrosa y terrorífica Libia, a golpe de un cercano misil destructor a unos simples y accesibles pasos de una Isla llamada Lampedusa (hoy tristemente conocida por el terrible horror migratorio que une o separa dos mundos absolutamente desiguales). La cancelación de reservas turísticas fue inmediata.
Estos días, tras el ataque de la superpotencia estadounidense a Irán, la imprevisible siempre explosiva zona del Oriente Medio (o Próximo según la posición del observador en el mapamundi), el siempre y temido posible cierre del estrecho de Ormuz y el complejo espacio y mapa geopolítico, geoestratégico y su más que rico y diverso escenario, hace que muchos estadounidenses (y los que no lo somos) vuelven a observar los mapas que o bien desconocían, habían olvidado o minimizado en sus conocimientos almacenados.
Mapas que no podrían resultar tan sorprendentes para muchísimos estadounidenses, no ya por su conocimiento de geografía, sino por la intensa presencia de su Quinta Flota, su amplia y determinante presencia en bases militares esparcidas por toda la zona, por su relevante relación energética, económica, financiera, cultural, académica a lo largo del tiempo.
No obstante, las imágenes tienen siempre un mayor impacto, capacidad de influencia y recuerdo que otras muchas experiencias, lecturas o relaciones “normalizadas”. Es por eso como, estos días en Nueva York, Chicago o los Ángeles (y, por supuesto en el mismo medio-oeste con miles de familiares movilizados, durante años, en la zona observada), rebrota ese especial temor, preocupación o interés por ese punto en el que converge, entre otras cosas, la quinta parte del petróleo mundial hacia sus diferentes paises destino (nada menos que 20,5 millones de barriles diarios).
Así, el “vecino del jardín de al lado”, Irán, que comparte “arbolado y seto” separado (y, en ocasiones unido) delimitando o confundiendo terrenos, conforma la vista diaria de Irak, Kuwait, Emiratos Árabes, Omán, Catar, Saudí Arabia... tan lejos y tan cerca, tan distantes, en principio, en culturas, credos, formas de vida y supuestamente valores, y, a la vez, tan próximos, construyendo, paso a paso, un “nuevo mundo”, desde las características propias y esenciales de ese Gran sur global que, junto con otros, conformando la gran mayoría de la población mundial, asumen, día a día, un mayor protagonismo en el rediseño de un aún desconocido nuevo “Orden Mundial”, generará “nuevas Instituciones Internacionales multi laterales”, dibujará nuevos mapas y esquemas de paz, una nueva modalidad de gobernanza y conformará un “nuevo espacio y mundo de diálogo y proyectos colaborativos”. Entendernos más y mejor, esforzarnos en aprender un camino y recorrido compartible, redefiniendo valores si no iguales, sí compatibles, huyendo de la imposición, es el destino que hemos de buscar.
Este mapa de situación no aparece de la noche a la mañana. Quizás lo redescubrimos de vez en cuando, pero lo hemos ido construyendo, paso a paso, siglo a siglo.
¿Cuántos proyectos o iniciativas, los más bien intencionados, hemos venido construyendo, confiando en enlazar convivencia, conocimiento mutuo, reconocimiento, respeto y aprendizaje compartido? Lento y complejo proceso, sin duda, pero única alternativa real de paz, comprensión y futuro estables, duradero, para todos. En nuestras manos (en la de cada uno según sus responsabilidades en cada momento) están las soluciones. Tiempos de diplomacia (política, económica, social), de instituciones compartidas, de diálogo, de valores compartibles, de paz, de construcción. Seguramente supone evitar “atajos unilaterales” con supuestos triunfos de unos sobre otros que, destrozados, nos traerán de regreso al punto de partida que ya no será el preexistente. Estará sembrado de desconfianza, de espíritu de venganza, de desacople y de aislamiento y confrontación permanente. Vienen bien algunas recomendaciones que predominan ante la complejidad e incertidumbre que vivimos hoy: “Se trata de gestionar los conflictos y desafíos y no tanto de evitarlos. Una gestión adecuada (conflictos, disputas, controversias) es altamente productiva, recomendable e ilustrativa para enfocar soluciones y pasos positivos encaminados al logro”.
En consecuencia, miremos los mapas con mucha atención. Entendamos y asumamos la realidad. No es cuestión de imponer delineantes que tracen fronteras artificiales, cuadrículas, impuestas y ajenas a la esencia real (pueblos, culturas, historia...). Más allá del estrecho de Ormuz, por encima del enorme impacto y consecuencias económicas (por supuesto desencadenantes de su impacto social, político), toda una red de espacios colaborativos a imaginar, implantar, desarrollar y compartir.
Estos días, repasaba una conferencia del Doctor Stephen Wolfram, reconocido experto en ciencias computacionales e inteligencia artificial. Explicaba la evolución del conocimiento computacional a lo largo de la historia, las bases de conocimiento previo en que se desarrollaba cada una de ellas y nos sugería evitar observar el futuro desde procesos predictivos soportados en los que hoy vemos, lo que hoy creemos saber desde las herramientas y “mapas preexistentes” y proponía no preocuparnos tanto por el cómo continuar haciendo las cosas desde nuestras bases de partida, sino preguntarnos por el propósito, por lo que queremos encontrar y a lo que en verdad queremos responder. Entiende que ese camino será el que nos lleve a futuribles distintos (en su caso, en el mundo computacional). Todo un mundo de puntos que interactúan y se relacionan en múltiples direcciones generando “espacios imprevistos alejados a la realidad preexistente antes observada”.
Con mucho menor gravedad que lo comentado, pero alineado con esta reflexión básica, esta semana, Guggenheim Bilbao inauguraba la exposición: Another Day. Another Night (Otro día. Otra noche) de Barbara Kruger, destacando en su obra, más allá del medio, el texto, la palabra y el arte como mensaje, las ideas que transmiten o transforman una idea clave: “La empatía puede cambiar el mundo”. “La fuerza y peso de las palabras” que apreciamos en esta potente exposición se ven reflejadas de forma sugerente en el extraordinario diálogo recogido en el catálogo de esta muestra, con una instructiva conversación entre la artista y la comisaria de la muestra, Lekha Hileman Waitoller, y que tal y como explicaba en su presentación la directora del Museo, Miren Arzalluz, ”logra captar nuestro interés y dirigirnos hacia cuestiones esenciales relacionadas con las dinámicas del poder, el género, la identidad, el deseo, las lenguas propias, el deseo el consumismo y los nuevos desafíos”.
En un mundo cambiante (como siempre), en el que pretendemos superar los conflictos del poder, sus jerarquías no siempre deseadas, cadenas de errores, confrontación entre el campo de los miedos, temores de un futuro incierto y del que, en ocasiones, parecería que no formamos parte y, por otra, el enorme e ilusionado mundo esperanzado de las oportunidades, en abundancia, para construir un futuro diferente, deseado, hay un amplio espacio para repensar las imágenes, textos y “mapas”: “Another Day, another night, another darkness, another light, another hope, another fear, another love... another year” (“Otro día, otra noche, otra oscuridad, otra luz, otra esperanza, otro miedo, otro amor... y otro año”).
Seguramente, nuevos mapas para un mañana distinto nos esperan. Eso sí, al igual que todo futuro propio y deseado, exige nuestra decidida intervención para construirlo.