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Por qué los idiotas reciben tantos votos

a democracia es imperfecta, pero posibilita voltear la tendencia electoral actual para superar a quienes votan y gobiernan inoculados de idiocia

Por qué los idiotas reciben tantos votosMICHAEL BUHOLZER

Quiero aclarar que el concepto “idiota” se utilizaba en los albores de la primitiva democracia, cuando los clásicos griegos del siglo V a.C. llamaban “idiota” a quienes se desentendían de los asuntos de la comunidad, bien por desinterés o porque preferían velar por sus propios asuntos. De ahí, de lo “propio” o “idios”, procede “idioma” (medio de expresar lo propio) o “idiosincrasia” (el temperamento propio). Este es el sentido del que quiero hablar aquí al referirme a los idiotas.

Es evidente que los gobernantes idiotas elegidos democráticamente crecen como setas. Lo tienen todo: prefieren desentenderse de los intereses de la comunidad a la que representan, mientras se afanan en velar por sus propios intereses. Son una plaga que se extiende por las principales democracias. El peligro es que esta tendencia del gobernante a medrar y a ocuparse de sus propios intereses, disuelve la democracia… ¡democráticamente! Cada vez que sujetos irresponsables y egoístas reciben el número de votos suficiente para que la política, que debe ser entendida como un “nosotros”, tome decisiones contra nosotros. Idiotas -idiotés- también en el sentido de quien vota sin pensar en las consecuencias para la comunidad a la que él también pertenece. Por último, idiota es el votante insolidario que pasa de las elecciones porque no afecta a sus intereses. Todo esto supone una gran idiotez que ha crecido sin cesar hasta tener opciones de gobierno en Europa; no solo en Estados Unidos. Los ejemplos abundan llegando a lugares donde no creíamos que pudiera ocurrir. Quede claro que la abstención es una opción política respetable en tanto que expresa una disconformidad con el sistema; esto no tiene que ver con indiferencia, sino con otro nivel de compromiso.

Atribuyen a Napoleón Bonaparte la idea de que, en política, la estupidez no es una desventaja. Hemos llegado al punto en el que un político inteligente casi debe fingir cierto grado de estupidez para lograr el éxito. Se generaliza la idea de que de un político siempre se espera lo peor, arrastrando a muchos políticos nada idiotas y competentes para gestionar la cosa pública. Los idiotas, votantes y representantes públicos, nublan a los políticos que no buscan su propio interés, sino lo realmente mejor para la ciudadanía. Llama la atención la cantidad de alcaldes y concejales que cobran medios sueldos, solo dietas o nada de nada.

Existen factores psicológicos que explican cómo aparentes idiotas son elegidos para cargos de responsabilidad una y otra vez, perjudicando al conjunto de la sociedad. Algunas personas poco inteligentes en áreas concretas tienden, precisamente debido a sus incompetencias, a sobreestimar su capacidad y desempeño reales; es el llamado efecto Dunning Kruger. Tienden a pensar que están mucho mejor preparados de lo que en realidad saben, y a considerarse más inteligentes que otras personas mucho mejor preparadas. Llevando este efecto a la política, se lucen en su atrevimiento de políticos avezados cuando minimizan los grandes problemas existentes, o mienten sobre ellos con descaro para ganarse votos también idiotas. Cuentan que a Mariano Rajoy le preguntaron en una ocasión por su honradez y tuvo que leer la respuesta; a esto hemos llegado.

Todos los políticos son claramente conscientes de la importancia de dar una imagen segura. Por ello se forman en técnicas de comunicación e imagen para mejorar su imagen. Cualquier político que no se muestre seguro y confiado, acaba siendo eliminado de la política. La imagen de seguridad y confianza en uno mismo, ha llegado a ser más importante en política que atesorar competencias de gestión y trabajo en equipo. Recuerdo el reciente artículo sobre la estupidez humana que publiqué en estas páginas, y el idiota tiene su variante de estupidez política.

¿Por qué una buena parte de la ciudadanía europea parece sentirse atraída por demostraciones de habilidades muy cuestionables en política? El problema comienza con el incremento de un perfil de votante idiota, el que ha permitido que gobiernen personajes como Carlos Mazón, y que la extrema derecha europea haya logrado un poder democrático muy peligroso. Es lo malo de que existan demasiados votantes desinformados: idiotas, o simplemente manipulados. Lo bueno es que, aunque puedan engañarnos una o dos veces, no pueden hacerlo siempre y a todo el mundo con la cantinela del cuanto peor, mejor. Quede claro que los votantes somos también la solución. La democracia es imperfecta, pero posibilita voltear la tendencia electoral actual para superar a quienes votan y gobiernan inoculados de idiocia. No hay que olvidarlo.