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IA en Odontología sí, pero con control

La apuesta es por las nuevas herramientas digitales, pero bajo un estricto control legal y científico que nos lleve hacia un futuro mejor y más seguro para el paciente.

IA en Odontología sí, pero con controlDragos Condrea/Freepik

La Inteligencia Artificial (IA) se está convirtiendo en un auténtico tsunami en todos los ámbitos de la vida. Los avances tecnológicos en sanidad son innegables y han cambiado completamente un número importante de procedimientos. Pero quedan muchos desafíos por resolver.

No estamos hablando de ciencia ficción. La Inteligencia Artificial está presente en las Ciencias de la Salud. En la Odontología se ha convertido ya en motor de cambios. Está transformando nuestros modelos de atención al paciente odontológico: con unos diagnósticos más precisos, una planificación de tratamientos más personalizada, con las simulaciones 3D, unos procedimientos menos invasivos o con la gestión de los datos y la información clínica. Pero nos asomamos sólo a la punta del iceberg. El futuro puede ser increíble, con posibilidades que ahora ni imaginamos. Quizá es ahí donde aparece la inquietud profesional. Se plantean retos éticos, educativos y regulatorios que el sector debe abordar para evitar desafíos tremendamente complejos.

En una visión idealizada, se puede mejorar notablemente la atención al paciente. Sin embargo, necesitamos unas herramientas reguladas, con procesos más eficientes que no conlleven lagunas legales, éticas o sesgos en el conocimiento y, si estos aparecen, que se minimice cuanto antes su efecto.

Queremos implementar soluciones basadas en esta inteligencia que conlleven amplios beneficios tanto a especialistas como a la sociedad en su conjunto. Es todavía un cambio muy reciente en la práctica clínica, pero se ha convertido en un proceso arrollador que genera cierto vértigo a los profesionales del sector. Por eso es necesario ir poco a poco. Hacer las cosas bien.

La Inteligencia Artificial se está convirtiendo en una gran revolución, un avance crucial para optimizar los procesos diarios en el ámbito clínico. Tal vez su objetivo fundamental (y el más necesario) sea la prevención. Los expertos abogan por ello. Otra de sus grandes aportaciones puede ser mejorar la seguridad del paciente. Muchas veces, esta tecnología puede detectar lo que sería imperceptible para cualquier profesional. De eso es de lo que debemos sacar partido. Este avance en la calidad asistencial, mejorará sin duda la relación profesional-paciente. Hemos llegado a un punto en el que un ordenador puede predecir cómo va a quedar un tratamiento o cómo será el movimiento de la mandíbula o de las piezas dentales. Los expertos en la materia señalan que la Odontología del futuro se basará en las 4P: preventiva, predictiva, personalizada y participativa.

Pero una mala gestión de estos avances tecnológicos podría originar consecuencias realmente desoladoras. Gestionamos datos médicos, gestionamos salud y personas. En definitiva, la apuesta es por las nuevas herramientas digitales, pero bajo un estricto control legal y científico que nos lleve hacia un futuro mejor y más seguro para el paciente.