La teoría de juegos fue desarrollada por uno de los más grandes científicos del siglo XX, John Von Neumann. Su influencia es enorme; por ejemplo, es pionero en el desarrollo de los primeros ordenadores personales. Por esa razón algunos historiadores han definido nuestra época con su nombre.

Para gran parte de la economía tradicional realizamos transacciones cuando el beneficio percibido es mayor que el coste. Tomar un café en un bar puede valer un euro cincuenta. Desde luego, se pagan más cosas: el ambiente, la tranquilidad del lugar, la posibilidad de ir al servicio o de leer periódicos. En el caso analizado se ha realizado un acto de compraventa entre dos personas. Sin embargo, en muchas ocasiones los resultados de las decisiones que tomamos dependen de lo que hagan otros. Eso es lo que estudia la teoría de juegos: procura deducir cuáles son los resultados más razonables que se pueden dar en una situación con esas características.

Comenzamos con un caso sencillo: supongamos una ciudad con dos discotecas. Por sencillez, la estrategia de cada una puede ser establecer precios altos o bajos. A las dos les interesaría la primera opción, ya que así ganan más dinero. Sin embargo, siempre se corre el riesgo de que el competidor decida a última hora poner precios bajos. En ese caso el rival se quedaría con todo el mercado. Es el denominado equilibrio de Nash: una situación en la que ningún agente económico tienen incentivos para cambiar su decisión. Es lo que ocurre si los precios de ambas discotecas son bajos. Si alguien varía su opinión y decide establecer precios altos se encuentra peor que en la situación anterior ya que perdería mucha clientela.

Las posibilidades estudiadas por la teoría de juegos son enormes. Cuando compramos una acción de una empresa concreta, el beneficio depende de su desempeño: si tiene beneficios, obtendré dividendos y mi activo financiero se revalorizará. En caso contrario, perderé parte de la inversión. Eso es lo que dice la teoría, aunque no es exacto. Si se desconfía del mercado en el que opera la empresa o se piensa que la bolsa está sobrevalorada puede ocurrir que tengamos pérdidas, aunque la empresa vaya bien. En este caso, el resultado de la inversión depende también de las expectativas de las personas que adquieren acciones en el mercado financiero.

La teoría de juegos y las expectativas que tenemos sobre lo que van a hacer los demás influye de manera decisiva en las decisiones que tomamos día a día. Conocer estas ideas nos ayuda a ser más eficientes. ¿Cómo? Vamos a valorarlo.

Si un restaurante nos ofrece un producto de calidad y no lo hace tiene mucho que perder ya que “gana” un cliente descontento con todo lo que ello acarrea en términos de reputación. Sí; reputación. El atributo humano que una vez perdido es más difícil de recuperar. En consecuencia, el restaurante tiene incentivos para cumplir su palabra.

Si compramos un apartamento en la playa y una vez establecidos allí observamos que tiene un aeropuerto cercano con un ruido molesto por mucho que nos sintamos estafados no hay nada que hacer: hemos perdido. El vendedor tiene incentivos para engañarnos, ya que siempre podrá decir que “no era para tanto” o que “no se acordaba de ese pequeño detalle”. Así, debemos ser cuidadosos con las transacciones que solo se realizan una vez y suponen un gran esfuerzo económico. En esta categoría podríamos ubicar la matrícula de un hijo en una Universidad Privada o en menor escala, la compra de un coche de segunda mano.

Un caso obvio es el de los políticos: tienen claros incentivos de no cumplir su palabra debido a la “herencia recibida”. No hacen falta más comentarios. Les interesa promover enfrentamientos: el bien (ellos) contra el mal (los otros). En este caso la competencia es cognitiva. Unos tratan que el votante asocie su marca a “justicia social” o “progresismo”. Otros, que se asocie a “creación de riqueza” o “libertad”. Quien lo hace mejor, gana.

En el lenguaje popular se llama un juego de suma cero al caso en el que la ganancia de uno es pérdida de otro. Es la competición pura y dura: o contrato una compañía de móvil, o contrato otra. O votamos a un partido, o votamos a otro. El juego de suma mayor que cero se da cuando colaborando ganan los dos: por ejemplo, una investigación técnica conjunta o aportar un poco de dinero de manera mancomunada para realizar publicidad de una zona comercial concreta. Si tenemos en cuenta lo que pueden, quieren y saben hacer los demás; nuestras expectativas y las suyas; si están interesados en engañarnos o no; si nos merece la pena colaborar o competir, nos irá mejor. Es la teoría de juegos. Es nuestra conducta.