Ya que en un universo infinito caben tanto la existencia de Dios como su inexistencia, cabe también la proliferación de infinitos dioses, a razón de uno o más por creyente. Y esta historia se refiere a Gilidón, deidad mediterránea protectora de los ineptos. Vamos allá.
Y ante la inminente amenaza de una naturaleza desatada y para cuidar de uno de sus protegidos, citó Gilidón a Carlitos Mazón en el monte Motrotón para entregarle, con urgencia, un don sin parangón (sí, hay rima interna y aún no es nada para lo que puede venir, así que al que no le guste que se vaya a la página de los sudokus ya).
Pero Mazón, tardón, vio el mensaje dos días después. Y aunque acudió presto a la cita salvando los 612 metros de desnivel en helicóptero (despreciando el coche oficial), allí sólo encontró dos tablas de arcilla con un decálogo que no leyó y un Post-it pegado en ellas que decía “Escucha a la Aemet, Mazón, mamón”. Y vio también una zarza que ardía y a la vez se consumía, pero tontamente no le dio mayor importancia.
En su regreso a sus cositas de presidente, mientras el monte Motrotón se convertía en un tizón abrasado, hasta el culo enterrado de un mojón por falta de previsión (he avisado, ojo) vio Mazón que no había acabado y un fulgor dorado bajo el helicóptero le hizo descender. De sopetón, claro. Se trataba de un becerro de oro para el que exigió un camión con el fin de trasladarlo y dar lustre al salpicón con el que iba a agasajar a una periodista de relumbrón. Y así lo hizo, cabezón, el presidente Mazón mientras alertas llegaban en tétrica procesión a un móvil más listo que él pero puesto en modo avión.
Y hasta aquí la leyenda apócrifa de Mazón, el infradotado para gobernar que, por no leer, nunca leyó Pedro y el lobo ni El traje nuevo del emperador. Tan fatuo que incluso delegó sus responsabilidades en conselleres como Salomé Pradas (Interior) que jura por Snoopy que se enteró en pleno desastre de que había un protocolo de alertas para la comunidad -no me lo creo, pero si dice la verdad es aún peor- o Nuria Montes (Turismo) que espetó a la prensa eso tan dulce de “Aquí no se va a permitir, no se va a entregar cuerpos a familias” (refiriéndose a la morgue habilitada en la Feria de Valencia). Eso es tacto, sí... pero rectal.
Y retomo mi rima: Mazón, quiero tu dimisión porque tengo razón, dado que tu actuación ha sido desastrosa, pedazo de ca... Ahí lo dejo.
P.D. Valencianos... a la naturaleza no podemos pedirle cuentas porque es muy suya. Pero de ahí para abajo hay que exigir justicia porque es lo que nos queda a todos. Fuerza y ánimo.