Cultura de la emergencia
Hay mucho de lo que aprender estos días con la dana. Mención aparte merece la gestión política, con la que me meteré en los siguientes párrafos. Pero quiero comenzar por señalar lo evidente: nuestra palmaria falta de cultura de la emergencia. Más allá de que la alerta llegara pronto o tarde, no puede ser que aquel día todo el mundo estuviera haciendo “vida normal” con una alerta roja. Es impensable en otros lugares más habituados, por desgracia, a estos episodios: Japón, Estados Unidos, Chile. Lo sucedido en Valencia nos está enseñando por las malas que no debemos subestimar el peligro.
El verdadero chiringuito
Claro que para saber evaluar el peligro, debemos exigir campañas educativas que nos enseñen cómo responder a este tipo de alertas. También hay que exigir a quienes gobiernan que se preocupen de contar con personal capacitado para responder, aunque en el caso de Valencia sea tarde y mal. Tras el desmantelamiento de la Unidad Valenciana de Emergencias con el argumento de que era un chiringuito socialista, nos encontramos con esta noticia: “El Gobierno valenciano saca ahora 13 plazas de técnicos de Emergencias que estaban vacantes” (El Diario). Una más en una desastrosa gestión que demuestra que el único chiringuito es el suyo.
No dimite ni Dios
Han pasado 10 días desde la dana y de un lado y del otro siguen haciendo un papelón. Carlos Mazón era quien acaparaba más titulares hasta la irrupción de la consejera responsable de Emergencias, Salomé Pradas. Seamos francos: un consejero no tiene por qué saber, estrictamente, todo lo que atañe a su Departamento. Para eso se rodea de un numeroso equipo, técnicos incluidos. El problema llega cuando te sabes tan impune (o sabes que ya te buscarán otro asiento calentito) que te da lo mismo que tu incompetencia y tus mentiras queden patentes. Les está pasando a Mazón y a Pradas, y ninguno de los dos ha tenido el cuajo de dimitir.
Sobre las presas
Tras cada desgracia siempre aparecen los “expertos” en medicina, ingeniería, climatología o lo que se preste. Es el “cuñadismo” de bar, tan nuestro como la tortilla de patata. Esta vez tocaba hablar de las presas. Mejor haríamos en escuchar a los ingenieros civiles y en pedir mayor esfuerzo económico a las Administraciones, destinado a obras hidráulicas tan necesarias para disminuir las áreas de inundabilidad. Obras que tienen como objetivo eliminar obstáculos al agua, tales como pequeñas presas (no las grandes que todos tenemos en mente) o antiguos puentes; algo hartamente demostrado que funciona.
Buen trabajo
Tras el desahogo necesario -créame, aguantar tanta incompetencia política y a los conspiranoicos, que estos días están desatados, es agotador-, voy con algo positivo: los trabajos para recuperar infraestructuras afectadas por la riada. Y podemos comentarlo porque el ministro Óscar Puente está dando un ejemplo maravilloso de comunicación, transparencia y, en este caso sí, buena gestión. 930 empleados y 319 máquinas en turnos de día y noche, nos cuentan en Economía Digital, y 25 millones de euros movilizados de momento. Cuando las cosas se hacen bien, hay que reconocerlo. Esperemos que dure.