Europa lleva varios años quejándose por la presión migratoria en sus fronteras, especialmente en las fronteras de los países del Mediterráneo como, Italia, Grecia, Malta o España.
Las llegadas masivas de personas migrantes y solicitantes de asilo al territorio español (Unión Europea) hacen saltar todas las alarmas sobre las medidas de control fronterizo y la necesidad de reforzar las relaciones con los países de origen de estas personas que llegan desesperadas a estos territorios.
Con relación a los fenómenos migratorios, el error que sigue cometiendo Europa es el de pactar y poner ingentes cantidades de dinero a reforzar dictaduras en los países africanos, dictaduras que empujan diariamente a su ciudadanía al exilio.
Además, la expoliación de los recursos en los países africanos por parte de varias economías europeas sigue siendo desenfrenada. Para que se puedan hacer una idea, cojamos el ejemplo de lo que ocurre en Níger. Níger es el cuarto mayor productor de uranio del mundo. Esta materia prima es extraída de su subsuelo por Francia, que luego la vende a los países con centrales nucleares y se queda con los dividendos de estas ventas, dando una parte ínfima a Níger en forma de deuda externa.
Níger produce uranio para que todos los hogares europeos tengan electricidad y en Níger su población carece de este bien. Y así ocurre en el Congo con el coltán. Todo el mundo tiene smartphones, Internet en banda ancha… gracias a la explotación de este mineral del Congo, del cual apenas su población se beneficia. En Guinea Conakri ocurre lo mismo con el oro, en Angola con el petróleo… y una larga lista. La moneda usada en varios países del África de Oeste, el franco CFA, está controlada por el Banco Central Francés. Países como Costa de Marfil, Togo, Guinea Conakri, Burkina Faso... no tienen poder financiero, no mandan sobre su economía, lo hace Francia. Teniendo en cuenta estos y muchos otros contextos, cabe añadir que se podrán hacer innúmeras giras y pactos con los países de origen de personas migradas, en el intento de frenar las llegadas masivas de migrantes, de nada servirá.
El hambre no tiene freno, la injusticia, la falta de oportunidades, la desolación y la desesperación, empujan a cualquiera a donde sea, incluso a una muerte segura, en el mar.
Europa tiene que cambiar su forma de relacionarse con los países africanos. Debe dejar de validar y dar por buenos los resultados electorales de gobiernos autócratas. La falta de democracia, justicia social… es lo que empuja a la gente a la mar.
Nadie abandona su casa, su tierra, su gente y su hogar única y simplemente por venir a perturbar el confort de los europeos. Países como Senegal van mostrando el camino a seguir en materia de lucha por la democracia a las naciones africanas.
La juventud africana está cansada de ser la última, la pobre, la desaventajada. Por ello, va abriendo los ojos, cogiendo el toro por los cuernos y va poco a poco luchando por sus tierras. Los ejemplos están en Burkina Faso (Ibrahim Traoré), Senegal (Diomaye Faye), Zambia (Hakainde Hichilema)… y muchos otros que, viendo la insensibilidad de instituciones como la Unión Africana, mientras muere su gente en el mar Mediterráneo intentan luchar, para cambiar las cosas.
España y su gente, pese a toda la presión migratoria que recibe todos los veranos, sigue mostrando al mundo su gran capacidad de humanidad y de acogida.
“Lo mejor que el mundo tiene está en los muchos mundos que el mundo contiene” (Eduardo Galeano).
Trabajadora social, doctorada en Administración y Política Pública por la UPV/EHU y activista por los Derechos Humanos