No sabemos y quizá nunca sabremos quién intentó matar al expresidente Trump, pero no se puede dudar de que trataba de mandarlo al más allá y eliminar sus posibilidades de que vuelva a ser presidente. Un estrepitoso fracaso en ambos aspectos. Por un lado, el Donald Trump que alzó el puño desafiante momentos después de sufrir el ataque está, de momento, más cerca que nunca de ser reelegido e imponerse a su probable rival demócrata, Joe Biden –y posiblemente a cualquier otro candidato–. Por otro, el Partido Demócrata tiene pocas posibilidades de presentar en el poco tiempo que le queda un aspirante viable.

En cuanto a Biden, un hombre que dijo hace cuatro años que tan solo buscaba un término presidencial pero ahora se aferra al cargo en un empeño de defender a la patria y “acabar de cumplir la misión” que se le encomendó, el intento de asesinato es por el momento funesto: ha tenido que condenar su propia retórica anti Trump que muchos consideran vitriólica y causante, al menos en forma indirecta, del atentado.

Esto le priva a Biden de uno de sus principales argumentos, de forma que, menos de 72 horas después del intento de asesinato, volvió a sus habituales críticas contra Trump, que ahora tienen mucha menos resonancia: los amigos de Biden están de todas maneras convencidos de la iniquidad y vesanía de Trump, mientras que los conservadores moderados y muchos independientes le dan un apoyo renovado como reacción al atentado.

Faltan casi cuatro meses para las elecciones y la memoria popular acostumbra a ser corta, de forma que no se puede descartar una recuperación de Biden. Pero, de momento, el viento sopla en la popa de Trump, cuya mejor opción es mostrarse discreto y mantener un perfil relativamente bajo… si es que su personalidad incisiva se lo permite.

Los partidarios de Trump tienen ciertas esperanzas al respecto tras verlo más moderado y reservado en los dos primeros días de la Convención Republicana que empezó el pasado lunes en la ciudad de Milwaukee, del Estado de Wisconsin, con un auténtico frenesí trumpista como reacción al atentado del sábado.

En realidad, el equipo de Biden no tiene muchas opciones para un cambio de actitud: las personas a las que él y su partido han convencido de la peligrosidad de Trump tienen una obligación de librar al pueblo norteamericano y en realidad al resto del mundo del “nuevo Hitler” como llaman a Trump repetidamente.

Y lo hacen con éxito, pues hubo muchas manifestaciones de júbilo ante el atentado y muestras de pena al ver que Trump había salvado su vida, pues consideraban que el país y la Humanidad tan solo pueden ganar si se elimina a un nuevo dictador que tiene designios semejantes a los del líder nazi de hace casi un siglo.

El expresidente y renovado candidato republicano habrá de mantener su guardia muy activa: lo ocurrido el sábado puede ser tan solo el primero de varios atentados contra su vida y los futuros ataques pueden estar a cargo de asesinos menos bisoños. El peligro no pasará ni siquiera en caso de ganar las elecciones de noviembre ya que sus enemigos lo considerarían tan ilegítimo y peligroso como en los cuatro años de su pasada presidencia.