La Agenda 2030 es el mayor y más importante esfuerzo de colaboración mundial que jamás se haya hecho con un objetivo común. Desde la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su integración en los sistemas de gestión de las políticas públicas, compartimos con la comunidad global una agenda conjunta para hacer realidad el sueño más ambicioso: un mundo sostenible, justo y resiliente, basado en los principios universales de equidad y solidaridad. Más allá de opiniones vociferantes que los cuestionan, son innegables los avances que se están produciendo, con más y mejor cooperación entre todos los agentes concernidos.
Aunque nunca antes hemos tenido acceso a tanta información y evidencia sobre los impactos interrelacionados entre las dimensiones de la actividad humana, todavía carecemos de un modelo compartido que nos permita usar de forma consistente toda esa información. Y es urgente dotarnos de él porque está en juego la sostenibilidad económica, social y ecológica; ser capaces, o no, de revertir los impactos que ya hemos generado y evitar seguir cuestionando el futuro. Para poder tomar decisiones con sentido de propósito y justicia, para impulsar el desarrollo sostenible, equilibrando crecimiento económico, social y ambiental necesitamos más y mejor información.
Los debates que modifican nuestra manera de entender el mundo y de habitar en él se han centrado históricamente en el control y uso de las materias primas. Hoy en día esa materia prima es el dato: vivimos en sistemas cada vez más inteligentes, con tecnologías más integradas que permiten tomar decisiones basándonos en cantidades ingentes de datos. Y para poder gestionar con rigor y transparencia, para poder tomar decisiones de forma informada, coherente y consistente con las evidencias que nos facilitan los datos, necesitamos conocimientos básicos e infraestructuras. El mundo tiene instituciones muy fuertes organizadas en torno a los recursos económicos, pero no existe nada comparable para gestionar y explotar la inteligencia colectiva aplicada a los datos. Y es urgente.
Uno de los principios más transformadores de la Agenda es su enfoque hacia la colaboración. Si algo nos han demostrado los eventos globales que hemos sufrido recientemente, como la pandemia del covid de 2020, es que el bienestar de cada país está directamente ligado al bien común y a la capacidad multiplicadora de la cooperación y las alianzas, que nos permiten superar las lógicas limitaciones de cada país. Entre los días 10 y 14 de junio se celebra en Bilbao la 8ª Conferencia Internacional sobre Big Data y Ciencia de Datos para Estadísticas Oficiales, bajo el título “Informando las Políticas de Cambio Climático y Desarrollo Sostenible con Datos Integrados”. Personal investigador y una alta representación de los sistemas estadísticos de los países miembros debatirán sobre las oportunidades de una colaboración a gran escala entre el sector público y privado y la comunidad científica para enfrentar el reto de construir un sistema orquestado de datos para la sostenibilidad. Manejamos retos globales con herramientas de alcance limitado, y esto es especialmente sensible en la gestión del conocimiento colectivo, generado en el denominado “bien común” y que debe revertir en él. Necesitamos una “gramática compartida” para unir datos de distintas fuentes de forma normalizada y contextualizada y orquestar así la inteligencia colectiva.
El reto es global y, por lo tanto, nos impacta directamente. La dimensión de la Agenda 2030 es tal que, en ocasiones, es costoso vincularla a los retos locales de cada uno de los territorios. Sin embargo, esta es una de las grandes oportunidades: desde todos los rincones del planeta, cada país o cada región se ve interpelada en estos retos comunes y además localiza en su propia agenda una senda de desarrollo sostenible propia. Así lo estamos haciendo en Euskadi a través de una apuesta decidida por un modelo de desarrollo sostenible a escala humana y desplegando para ello todos los sistemas necesarios, desde la definición de las metas evaluables y los indicadores acordes a ellas, pasando por el desarrollo de las infraestructuras necesarias para su buen fin. La infraestructura de datos interoperables, esa gramática compartida, es fundamental y Euskadi quiere y puede aspirar a ser un jugador relevante.
De un lado, Euskadi alberga la sede del Secretariado de la Coalición Local 2030 de Naciones Unidas, una herramienta clave para la localización de los ODS y para la promoción modelos de gobernanza y colaboración interinstitucional y social. Y de otro, contamos con los agentes de conocimiento que este nuevo desarrollo precisa. La celebración de esta Conferencia en Euskadi es el reconocimiento a la calidad investigadora de uno de los centros de excelencia vascos, BC3 (Basque Centre for Climate Change), que ha desarrollado una infraestructura de datos interoperados, ARIES, reconocida por la propia ONU como uno de los sistemas clave para contabilizar el capital natural. Se trata de una aportación de enorme valor en el camino de construir una infraestructura global que, como ARIES, permita la interacción entre factores económicos y ambientales, para mejorar la calidad de las decisiones.
Podemos y queremos contribuir, desde nuestras capacidades y singularidades, en este proceso. Desde Euskadi queremos aportar a crear este lenguaje común para el bien común.