Somos conscientes de que vivimos en un contexto occidental y europeo, dentro de un país desarrollado con altos niveles de bienestar. Los índices de empleo, prosperidad y servicios de los que disfrutamos en Gipuzkoa nos hablan de esta condición. Si nos comparamos con otros lugares del mundo (también a nivel estatal), no podemos decir, sino que somos afortunados. Con todo, sabemos que quedan muchas cosas por hacer.

Todos conocemos situaciones difíciles y complicadas de personas o familias en las que la necesidad es real, por muy diversos motivos. En Gipuzkoa también tenemos gente afectada por la pobreza, la exclusión y muchos otros tipos de necesidades. Pero también hay que reconocer que, gracias a nuestros impuestos y a la solidaridad de muchos, podemos aliviar la situación de numerosas familias y personas. Instituciones solventes y reconocidas de la Iglesia diocesana como Cáritas Gipuzkoa, así como otras iniciativas privadas ciudadanas, religiosas y laicas, están implicadas en mejorar la situación de tantos.

El día que inicié mi ministerio pastoral me comprometí a trabajar con las instituciones en la búsqueda del bien común de toda la sociedad de Gipuzkoa. Mi voluntad de colaboración, y con ella, la de toda la Iglesia diocesana, es firme e inequívoca. Desde el obispado hemos mantenido diversas reuniones con diferentes agentes políticos, institucionales, empresariales y sociales, buscando colaborar al máximo y poder contribuir a este bien común de nuestra sociedad y, en la medida de lo posible, en la mejora de las condiciones sociales de los que más necesitan. Numerosos proyectos sociales y culturales, cada vez más conocidos por la ciudadanía, contribuyen decisivamente al bien de todos. Vamos consiguiendo mucho fruto y esperamos que, en un futuro próximo, este sea mayor.

En estos meses, a todos los contribuyentes nos toca afrontar la declaración de la Renta con la que, por medio de nuestros impuestos, contribuimos al mantenimiento de los servicios sociales y al bienestar de todos. Como es sabido, la declaración de la Renta nos ofrece la posibilidad de poder colaborar directamente con el desarrollo de muchas de las actividades de la Iglesia por medio de un sencillo gesto, que es poner “la X” en la casilla de colaboración con la Iglesia. Poner esta “X” supone apostar “por tantos” que necesitan de nuestra ayuda y a los que la Iglesia trata de levantar e integrar para conseguir una sociedad más justa, más libre, más solidaria. Hacerlo no nos cuesta nada. Por poner la “X” no nos cobran más impuestos ni nos devuelven menos. Sin embargo, es un gesto decisivo que hace muchísimo bien.

Este gesto debería ser algo natural para todos los católicos que habitualmente o de forma más puntual y esporádica se acercan a las iglesias a celebrar su fe, compartir la vida con la comunidad cristiana y se comprometen en las diferentes dimensiones de la transmisión del mensaje, la celebración de los sacramentos o la expresión de la caridad. Estar atentos a la hora de rellenar los formularios o velar para que los que nos ayudan a hacerlo no se olviden de indicar expresamente nuestra voluntad es algo importante.

Cuando me enteré de que la provincia de Gipuzkoa ostentaba el título de ser el “farolillo rojo” (en términos proporcionales de contribuyentes) de la aportación a la Iglesia en comparación con otras provincias, sentí que algo no cuadraba y que había que intentar revertir esa situación, pues ese dato en absoluto concuerda con el carácter, la generosidad, la solidaridad de sus gentes y el compromiso de sus habitantes. Es mi experiencia cotidiana, lo que percibo y compruebo en miles de gestos cada vez que me encuentro con tantas personas amables, acogedoras, comprensivas, disponibles y, sobre todo, agradecidas a tanto bien que hace la Iglesia en medio de nuestra sociedad.

Por eso quiero invitar vivamente este año a todos los ciudadanos a que puedan hacer este sencillo gesto de marcar “la X” de la Iglesia –también que marquen la que se dedica a “otros fines sociales”– en su declaración de la Renta. Marcando la casilla de la Iglesia podemos dedicar un 0,7% de la cuota íntegra del IRPF. Si, además, marcamos la de los “otros fines sociales”, nuestra colaboración con nuestros impuestos sube a un 1,4%. Esta es, por otra parte, una de las pocas cosas sobre las que podemos decidir sobre la finalidad de nuestros impuestos. Se trata de un gesto personal que, sumado al de muchos otros, transforma un granito de arena en una montaña de bien.

Pero no es solo una invitación para los católicos. Agradezco expresamente a tantísimos no católicos, o no practicantes, que colaboran generosamente marcando esta casilla, lo cual supone reconocer el papel que la Iglesia juega a favor del bien común de la sociedad y de todos los ciudadanos, que se traduce en tantos proyectos pastorales, culturales y sociales que inciden expresamente en la ayuda a los más desfavorecidos. Gracias de corazón por colaborar con tanto bien.

*Obispo de San Sebastián