Aunque esta semana se ha hablado más del lanzamiento promocional de una inteligencia artificial que genera vídeos a partir de textos ha habido otra noticia que nos demuestra niños embelesados por colorines y brillos con los que nos engañan. Una cuidadosa investigación pericial científica ha desmantelado la mentira y conspiración interesada en torno a los envases de plástico. ¿Recuerdan cómo las tabaqueras sabían ya hace 60 años que el tabaquismo mataba y lo ocultaron? Las grandes empresas petroquímicas hicieron lo mismo: en la misma época en que empezaron a inundar el mundo con envases de plástico comprobaron que reciclar esos envases nunca sería una opción útil ni efectiva. La estabilidad de los polímeros que propició esta civilización del envase plástico que se podía tirar a la basura sin más conducía necesariamente a amontonar y dispersar residuos ingobernables con efectos perversos en el medio ambiente. Reutilizar no sería una opción tampoco porque la degradación del material aumentaba con el uso. Con los años se supo además que muchas de esas moléculas aparecidas en el proceso eran capaces de dañar la salud. Pero ya en los años 80 les quedó claro que solamente un reciclado muy específico de cada tipo de plástico y solamente en ciertas condiciones, además usando mucha energía, podrían eliminar el exceso de plástico. Lo ocultaron y comenzaron una perversa campaña en la que culpabilizándonos a los usuarios, descargaron la culpa en nuestra responsabilidad y la de las administraciones en gestionar los residuos. Como si fueran nuestros. De verdad, me preocupa menos la inteligencia artificial que la perversidad humana, la impunidad con que siguen gobernándonos y la vergüenza de que paguemos para gestionar esos envases a quienes nos los han colocado ahí conociendo el problema.