En un reciente encuentro de debate y reflexión en torno a los desafíos y perspectivas de actuación y nuevas políticas, para responder a los mismos desde un reposicionamiento europeo, he tenido la oportunidad de compartir (y, sobre todo, aprender con y de mis compañeros de viaje) significativos avances, movimientos y potenciales áreas de futuro, debidamente integradas en una complejidad creciente, sugiriendo, a la vez, su consideración como fuente de extraordinarias oportunidades para nuestras sociedades.

No es ninguna novedad identificar la concurrencia de múltiples “eventos” o incidencias que están determinando múltiples decisiones y/o escenarios no previstos cuyas consecuencias vivimos y condicionan las diferentes propuestas, posiciones y estrategias de todos los agentes implicados (instituciones, gobiernos, empresas, la academia, la sociedad civil y personas-ciudadanos). El reto principal pasa por la capacidad de explicitar su convergencia, tanto de alcance conceptual, como de acción transformadora, generando un impacto real, positivo e inclusivo, para todos los implicados. Hoy, cualquier discurso político, programa, estrategia o iniciativa que se formula, comienza con una introducción somera y sintética de varios de estos eventos concurrentes; post covid, guerra en Ucrania, geopolítica y desacople entre potencias y mundos en apariencia cada vez más distantes, tecnologías (sobre todo la inteligencia artificial) en manos de unos pocos jugadores, movimientos migratorios voluntarios o forzados, información falsa y manipulada, fragilidad y erosión democrática... (En mi intervención, 20 Eventos Convergentes para una Nueva Europa). Desgraciadamente, más allá del valor de su identificación y diagnóstico más o menos señalado y compartido con un amplio mosaico de matices, el paso decidido a la búsqueda de respuestas y soluciones ni es tarea sencilla, ni puede responder a un pensamiento único, ni es decisión individual, ni mucho menos soluble en la inmediatez que pretendemos, bajo el reclamo de “todo hoy, a la vez, con el esfuerzo exigible a terceros y escasa responsabilidad directa de cada uno de nosotros”.

En este marco base, la “Nueva Europa” que hemos de construir, parte de reforzar sus principios fundacionales de colaboración para la paz, la democracia, la libertad, el bienestar y prosperidad de todos sus ciudadanos, desde la esencia de la subsidiaridad y la generación de riqueza compartible en un espacio y mundo cambiantes. Proceso retador que, como sintetiza esta semana la revista The Economist recogiendo opiniones extendidas, “no parecen encontrarnos en el mejor de los momentos, preguntándose: ¿Quién está allí?, ¿a la búsqueda de un líder?, o bien, con mayor grado de escepticismo, ¿existe la llamada Comunidad Internacional a la que apelamos como salvadora de todas nuestras demandas?”

En esta línea, la “Autonomía Estratégica”, paraguas propuesta de la Unión Europea y su Comisión rectora, parecería guiar el proceder común. Hacer de Europa un verdadero jugador de primera clase, aspirando a coliderar la vanguardia transformadora del mundo. Estrategia para una Europa que se abre a 36 o más miembros, muy probablemente no limitada a los Estados-Nación actuales, sino abierta a naciones y pueblos sin Estado, más orientada al este y mayor simbiosis euroasiática, euroafricana y euro-árabe, con nuevos jugadores, nuevas estructuras confederadas y asimétricas de relación, con inevitables nuevas gobernanzas y, sin duda, una cuestionada inmersión en roles hasta hoy cedidos (o no asumidos) a terceros (defensa y seguridad) ...

Sin duda, un apasionante nuevo camino a recorrer en las próximas décadas.

Ahora bien. Esta apuesta estratégica exige, al menos, un Cuádruple Viaje hacia la prosperidad a través de la competitividad, el bienestar social, la territorialidad y la gobernanza. Viaje que necesariamente habrá de ser inclusivo, equitativo, corresponsable y co-creativo, con enormes dosis de innovación (económica, tecnológica, social, institucional, política).

Este que llamo “Cuádruple Viaje” no solamente no empieza de cero, sino a partir del largo recorrido que nos ha traído hasta aquí. Es un viaje en curso que obliga a incorporar nuevos itinerarios, adaptarse a experiencias desconocidas, abierto a nuevos acompañantes (y, desgraciadamente, al abandono de otros), con decisiones, atajos (muchas veces equivocados y con consecuencias peores de las ventajas que creíamos obtener), pero que no puede olvidar ni el puerto esperado de destino, ni el objetivo inicialmente previsto, ni, sobre todo, el propósito que nos ha llevado a emprenderlo.

Son muchos los agentes que, a lo largo de esta Europa en construcción han emprendido sus particulares viajes centrados en una de las líneas perseguidas centrada en premisas economicistas “sin alma” como hoy parecería aceptarse con relativa normalidad. Así, una mal entendida competitividad creyendo que se trataba de objetivos y políticas económicas en solitario, olvidando que hablar de “Competitividad” supone abordar, a la vez, los otros tres viajes para el propósito final: mejorar el bienestar y prosperidad de las personas y sociedades en las que vivimos y en las que desarrollamos nuestras actividades económicas. El viaje hacia el bienestar social no es un nuevo acompañante, sino esencia, motor y paraguas para cualquier logro “económico”. De igual forma, no se trata de viajar sin rumbo, a la aventura, hacia ninguna parte. El destino inicial está en un espacio y área base concreta (territorio no como contenedor físico, sino referente de pertenencia, identidad, realidad, conformador de nuestras vidas, determinante de nuestras necesidades, en el que hemos de alcanzar nuestras soluciones concretas, desde el que debemos tejer relaciones inmediatas y próximas, y un espacio “natural” desde el que nos conectamos con la vanguardia mundial). Tres viajes condicionantes/correlacionados de/por una gobernanza (con mayúsculas: facilitadora) garante de la formalización democrática de nuestros trayectos y decisiones en coherencia con el recorrido económico. Cuatro viajes hacia la competitividad, prosperidad y desarrollo social inclusivos.

Afortunadamente, con el paso del tiempo, hoy proliferan las voces y movimientos que ponen el acento en “el viaje hacia la construcción de redes de protección, promoción del bienestar y la seguridad social” como esencia tanto de equidad, como de su insustituible capacidad facilitadora e indispensable para un exitoso viaje hacia una economía competitiva generadora de riqueza y empleo. Además de su justicia y equidad indispensables e insustituibles son, también, fuente de empleo, riqueza y actividad económica en sí mismas. Supone un viaje compuesto por los bloques básicos de una Economía Social generadora de empresas, actividad económica, riqueza y empleo, abriendo sus fronteras más allá de sus enfoques tradicionalmente concentrados y las más de las veces, relativamente aislados y con movimientos propios (SALUD como nuevo concepto más allá de la enfermedad y de la asistencia sanitaria), incorporando al mundo socio-sanitario y el desarrollo y atención comunitario integrados en un alcance ONE HEALTH (misma calidad para todos en todas partes), transitando hacia su interacción con los nuevos sistemas de promoción, protección y seguridad social, paraguas del verdadero sistema de bienestar de las personas. Motor, también, de la reconsideración de los conceptos empleo-trabajo y del inevitable proceso de redefinición de la gobernanza, su estructura, políticas e instrumentos. Un renovado viaje adecuado a los movimientos y experiencias que hemos venido transitando y recreando: Estrategias de cocreación de valor empresa-sociedad, con una visión compartida y comprometida por todos los stakeholders (agentes e intereses implicados) y la “magia” de la inclusividad. Base imprescindible de nuevas estrategias, políticas e instrumentos.

Esta visualización de cuatro viajes hacia el bienestar y prosperidad, configura una aproximación coherente e integrada para acometer una apuesta estratégica capaz de responder a los desafíos e implicaciones de una amplia cartera de eventos que impactan sobre nuestras vidas, que cambian a enorme velocidad, que trastocan muchos espacios que hemos venido creando y que nos han permitido y permiten disfrutar, con todas las ausencias y limitaciones aún existentes, un espacio privilegiado de bienestar. Estadio actual que no es garantía de permanencia eterna, Cuádruple Viaje demandante de esfuerzos permanentes en un horizonte de logros inacabables, siempre sujetos a nuevas demandas y exigencias de sociedades, a su vez, cambiantes.

Sin duda, hemos recorrido un larguísimo viaje sorteando todo tipo de desafíos. La sociedad ha sido capaz de construir soluciones, convertir problemas en oportunidades y responder con la solidaridad y compromisos colectivos demandados. Estos nuevos tiempos, una vez más, nos invitan a superarlos.

Tiempos de responder a eventos y desafíos interrelacionados, consecuencias críticas complejas, pero, sobre todo, también, con las herramientas y capacidades para ofrecer respuestas y soluciones convergentes.

Si hoy observamos con inusitado interés y aparente sencilla complacencia la efervescente ebullición de todo un mapa de “ecosistemas” que trascienden de espacio económico para favorecer todo tipo de necesarios partenariados, instrumentos y soluciones colaborativas, combinación de disciplinas, áreas de conocimiento e integración de elementos clave y diversos para transitar por la complejidad, incertidumbre y velocidad de cambio, parecería razonable acometer nuevos espacios interrelacionados de oportunidades a la búsqueda de un futuro deseable y posible, mejor.

El encuentro mencionado al principio de este artículo no concluye con recetas mágicas, ni con un punto final de llegada. Abre nuevas líneas de trabajo, muchas preguntas y un viaje cuádruple coherente que, sin duda, encontrará en su recorrido el liderazgo y guías que el Economist buscaba, ayudará a construir esa inexistente Comunidad Internacional facilitadora de las decisiones requeridas y la capacidad movilizadora de las personas y sociedades a cuyo servicio habrán de dirigirse nuestros viajes entre escenarios y eventos convergentes.

Afortunadamente, desde la experiencia de esta verdadera coherencia de la estrategia de competitividad integral e integrada traducible hoy en estos cuatro viajes complementarios, la apuesta estratégica de desarrollo humano solidario y sostenible practicada en nuestro país (Euskadi), permite hoy, ofrecer la confianza y base necesaria para manejar ese apasionante mundo que hemos de lograr.