El año 2023 que dejamos atrás ha sido el de la vuelta de Gran Hermano. De momento en formato Vip (con más desconocidos que famosos), en breve en formato Dúo y veremos cuánto tardan en recuperar el original donde se produjo la agresión sexual que desmanteló el formato hasta que terminó el juicio.
El renacer del programa fetiche de Tele 5 ha sido, lamentablemente, un despropósito. La sustitución del castigado Jorge Javier Vázquez por Marta Flich, cuarta presentadora ya del veterano formato, no ha traído nada bueno y es posible que tampoco nada malo más allá de firmar la temporada menos vista con la presentadora menos implicada, pero no toca hablar todavía de fracaso porque sus jefes siguen confiando en ella, aunque no demasiado como para liberarla de las sustituciones a Risto Mejide en Cuatro cuando se larga de puente.
La mecánica de este GH Vip ha sido un error tras otro en el que no han parado de rectificar. El más grave, ese premio con forma de caja común (en vez de individual) en el que todos podían meter mano para joder a los demás hasta que lo dejaron casi vacío. Da igual, un día antes de la final, Tele 5 se inventó la enésima chorrada para volver a engordarlo.
Quién les iba a decir que luego Marta Flich iba a entregar el maletín y ni se iba acordar de decir cuánto dinero había ahí dentro para la ganadora, la desconocida Vip Naomi Asensi, la finalista (y ganadora) que sintió que sobraba en su propia final porque la presentadora estaba más interesada en los escarceos de Luitingo, el otro desconocido finalista. “Ya habrá luego un vídeo sobre ti”, le intentaba calmar Flich, mientras provocaba que la parejita hiciera manitas y pinchaba a una señora despechada para que troleara el programa y dar de comer al resto de programas de la cadena. La señora se olió la tostada y dijo que nanai.
En estas cosas es donde ha quedado claro que Flich está perdidísima en el formato y acude donde la voz de su amo, el pinganillo, le pide. Lo vimos también la víspera, cuando Laura Bozzo se encabronó tras ser expulsada con un irrelevante cuarto puesto y dedicó unos cuantos insultos al equipo al comprobar que no cuadraba la realidad con lo que le habían prometido, o con las pajas que se había hecho ella.
Así que pidió las maletas y amenazó con largarse en ese momento al aeropuerto para regresar a su país (Argentina). Flich, también aquí, fue incapaz de resolver la papeleta ni mostrar autoridad alguna, pero tras un corte, en el que alguien entraría y le explicaría fuera de cámara a la doña qué día se cobra, todo quedó mágicamente arreglado. No solo Bozzo no se largó al aeropuerto, sino que acudió al plató, que dijo que no pisaría, donde volvió al día siguiente para conocer que su enemiga en la casa era la ganadora y es de esperar que también haya estado en el debate final de esta semana. Todo ha sido un guirigay que ha terminado sin que sepamos qué ha ganado.