Venía a decir aquí que no me ha gustado nada ver a una Mercedes Milá desaprovechada en un programa-mecedora para contar sus batallitas con la excusa de montar un debate intergeneracional sacando del archivo sus viejas entrevistas aprovechando que ahora las imágenes les salen gratis porque son de TVE.

Sí, Mercedes Milá era una entrevistadora estupenda, atrevida, incisiva, moderna, feminista y arriesgada, que se adelantó a su época y que valía tanto para desarmar a un político como a una tonadillera. 

En el estreno, Milá estuvo más preocupada de divertir a la chavalería (su nuevo público, al resto ya nos tiene ganados) que de aportar algo interesante al formato. Hasta los vídeos que se colaban sin contexto parecían hacerlo solo para mayor gloria de su ego.

La conclusión que dejó es que No sé de lo que me hablas es una copia de Milá Vs Milá (M+) con forma de algarabía, duplicando invitados y presentadoras, como si replicara aquel Dos por dos con Tenaille, donde empezó, pero ahora con una Inés Hernand elevada a los altares de la posesión de la verdad absoluta bajo el paraguas de que ella es joven y moderna. Pues vale.

Y digo que no me atrajo nada este programa porque me cansa la Milá gritona y saltarina que propaga estímulos cada veinte segundos para que su nueva audiencia siga la zanahoria y no cambie de canal mientras descubren, o mejor ven, que Adolfo Suárez o Lola Flores debieron ser gente importante porque un día acudieron a su programa.

Pero como es Milá, la periodista que desde la tele me enseñó a ser exigente con las preguntas de una entrevista, pero sobre todo con las respuestas, y siempre tengo ganas de Milá, me vi también el segundo programa (como me veré el resto).

Pero allí las tornas cambiaron al recibir a Fernando Esteso, humorista y actor de 78 años al que Hernand, con la antorcha en la mano, montó un akelarre faltón al que se sumó el público de modernos que miran desde su elevado hombro de incomprensión cualquier cosa que ocurrió antes de que abrieran sus cuentas de Instagram.

Habría que recordarle a Hernand que el humor de otra época de Esteso, que se mostró educadísimo pese a los golpes, lo han practicado hasta ayer otros mil, que siguen en activo, sin que tenga que sacarle la navaja a este señor en un callejón del plató, como si fuera la especie a extinguir. 

Ante la desagradable tensión que se respiraba, pese a los intentos de Buenafuente de calmar los ánimos con buenos argumentos, Milá optó por dejar de dar brincos y recondujo el debate, por fin, demostrando su gran dominio en un plató, al tiempo que advirtió a los jóvenes que habrá que ver cómo evoluciona lo que hoy les hace reír y creen perfecto. 

Mercedes Milá merece salir de este Qué tiempo tan feliz donde ejerce de abuela sin serlo. Ella es más contemporánea que muchos de esos jóvenes y la necesitamos de vuelta en un programa de actualidad con entrevistas en directo. Por favor.