Estos días ha sido noticia el acuerdo entre el PSOE y ERC para la transferencia “integral” de las líneas de Cercanías de Renfe en Catalunya a la Generalitat. En ese contexto, hemos sabido que el año pasado en esas líneas hubo retrasos graves cuatro de cada cinco días. Desconozco cuáles son las estadísticas de la línea Irun-Brinkola en Gipuzkoa, pero, como usuaria habitual, puedo afirmar, sin ninguna duda, que las incidencias de todo tipo son el pan nuestro de cada día. He aquí unas cuantas.

SUPRESIONES DE TRENES

Las anomalías se producen por lo menos desde 2004. Trenes que tienen que llegar hasta Brinkola o salir de Brinkola se quedan en Zumarraga y vuelven desde allí a Irun. En Zumarraga, en ventanilla, se da la única opción de devolver la diferencia del billete. Pero tú no necesitas que te abonen la diferencia sino una solución. Por ejemplo, que te faciliten un taxi. La respuesta es “no podemos”. Recientemente, por efecto, quizá, de la difusión de una queja del Ayuntamiento de Legazpi dirigida a Renfe/Adif, nos consta que a algunas personas se les han facilitado taxis para poder realizar el recorrido suprimido.

Si el viajero o la viajera está en Brinkola y utiliza el comunicador, este, o repite hasta el aburrimiento “llamada en espera”, o le responden que no saben nada, que ponga una reclamación, le informan de a qué hora llega el siguiente tren o, simplemente, se interrumpe la conexión

En 2017, los servicios se suprimieron con tanta frecuencia (hasta siete trayectos en un solo día) que los trabajadores publicaron una denuncia aclarando que faltaban maquinistas, que la media de edad era elevada y que las jubilaciones se cubrían con cuentagotas.

En un determinado apeadero, el personal de ventanilla comenzó a colocar en el cristal una nota con las supresiones previstas para el día siguiente en cuanto tenía conocimiento de ellas. La empresa les prohibió hacerlo, argumentando que no se podía colocar nada que no fuera un aviso oficial de Renfe.

Actualmente, las supresiones se están produciendo de nuevo con mucha frecuencia. ¿De nuevo falta de personal?

RETRASOS

Los retrasos son prácticamente diarios. La empresa los justifica por “las obras”, pero si un tren que sale de Lezo llega a Gros en circunstancias normales en 10 minutos, ¿cómo es que, habiendo recorrido un tramo sin obras, llega con 25 de retraso?

INFORMACIÓN

La información de los monitores en andenes, la megafonía, el personal de taquilla y las aplicaciones de móvil rara vez coinciden con la realidad. Frecuentemente, acaban en Brinkola viajeros que esperaban en la estación correspondiente un tren de larga o media distancia y se suben al de cercanías por error, ya que ha llegado a la hora a la que supuestamente debía llegar el suyo.

Los monitores de los andenes que indican el tiempo que falta para que lleguen los trenes están averiados con tanta frecuencia que pocos usuarios se fían de ellos.

MÁQUINAS Y VAGONES OBSOLETOS

Es fácil que una persona usuaria habitual se encuentre con vagones “viejos conocidos”, por llevar tiempo sin reparar. Por ejemplo, vagones en los que, por estar averiado el aire acondicionado, hay que soportar temperaturas de 35 grados o más cuando en el exterior son de 30 o menos. O, al revés, calefacción funcionando en agosto. O vagones con puertas que no se abren y no están señalizadas como averiadas. O trenes sin servicio de WC.

ADAPTACIÓN TARJETA MUGI/LURRALDEBUS

Canceladoras (o validadoras) que no funcionaban, pero aparecían como activas, y, al no registrar “salida”, se aplicaban las penalizaciones. Había que presentar reclamación en Mugi y aportar certificación de Renfe del fallo o avería… o perder el dinero. No se podía saber con antelación si funcionaban o no, porque en los monitores del personal de taquillas no constaba la avería.

Actualmente hay problemas en la devolución de las fianzas del abono recurrente y se aconseja poner reclamaciones aportando –cómo no– el justificante (después de cuatro meses como mínimo).

RECLAMACIONES

Si una se anima a presentar una reclamación por cada “incidencia” sufrida, la respuesta invariablemente incluye “disculpas por las molestias…” y “pasamos aviso a los departamentos correspondientes para que estudien las medidas correctoras necesarias para solventar las anomalías referidas en su escrito”. A continuación, se dan unas explicaciones que hacen intuir que o bien no se ha leído con atención el motivo de la reclamación, o bien se improvisa directamente un “de dónde vienes, manzanas traigo”. Quiero advertir que las afirmaciones que hago están en su mayoría documentadas con reclamaciones por escrito, con fechas y horas.

Entre las personas usuarias con las que me relaciono, el sentir general es que no merece la pena perder tiempo presentando reclamaciones. La indefensión de la mayoría de las personas afectadas es enorme y, si son beneficiarias del abono recurrente (gratuito), creen que presentar reclamaciones puede perjudicarles.

MÍNIMOS HISTÓRICOS

Si a eso le añadimos la persistencia de estaciones cerradas, sin servicios, con gravísimos problemas de accesibilidad, pasos a nivel, cruces de vías en superficie y, en general, obras de puesta al día y mejora que se retrasan una y otra vez porque se invierte muy por debajo de lo necesario, mucho me temo que el servicio de cercanías de Renfe en Gipuzkoa se encuentre en mínimos históricos.

Y, oigan, este es el tren que “la gente” utiliza a diario. La transferencia sigue pendiente, de acuerdo, y ojalá llegue más pronto que tarde. Pero la transferencia no puede ser sino un medio. Para afrontar la situación, lo primero que hace falta es voluntad. Y lo cierto es que no se ha visto mucha voluntad ni por parte del Estado, actual titular del servicio, ni tampoco por parte de quienes dicen reclamar la transferencia, que sólo han tenido ojos (y recursos) para el TAV.