Una reunión “muy cordial” y “provechosa”, según la valoraron Andoni Ortuzar y Carles Puigdemont, permitió ayer dar visibilidad a la línea de diálogo, acercamiento y posibilidades de concertación entre PNV y JxCat en un momento en que los votos de ambos en el Congreso son fundamentales para dar estabilidad a la nueva legislatura en el Estado e imprescindibles para cualquier investidura. La comunión de intereses de Euskadi y Catalunya en el debate plurinacional puede ser el nexo que solidifique un eje de diálogo, reconocimiento y solución a los conflictos políticos entre Euskadi, Catalunya y el Estado desde la expectativa de una cierta capacidad de concertación futura. Precisamente en un concepto de ejes de la política, el PNV se sitúa en el que debe ser atendido sin dilación por Pedro Sánchez si quiere gobernar. El debate de las realidades nacionales del Estado está en el centro de ese eje y a él tendrán que adherirse antes o después el resto de fuerzas soberanistas, como apunta ERC e incluso EH Bildu pese a su nunciada entrega gratuita a Sánchez por su propia necesidad de reforzarse como partido homologable en términos democráticos. Se ha creado un espacio de iniciativa política para dar solvencia a la soberanía y al autogobierno vasco y catalán y el protagonismo de Junts y el PNV en él es indiscutible. El liderazgo jeltzale en la defensa del autogobierno ha acabado obligando a Esquerra a asumir los errores pasados en su apoyo a normativa estatal invasora de las competencias de Catalunya, a la estela de la iniciativa del PNV desde el Gobierno vasco. Y decimos del PNV porque su socio en el gabinete vasco, el PSE, se ha descolgado de la defensa del autogobierno con sucesión de declaraciones de su secretario general, Eneko Andueza, y se puso de perfil ante el recursa contra la Ley de Vivienda, que los letrados públicos vascos y catalanes coinciden en ver como una agresión. Afortunadamente, el mecanismo de negociación bilateral entre Lakua y el Gobierno español se activó ayer con una primera reunión que refuerza la la oportunidad política de desjudicializar la relación entre administraciones. Los jeltzales han dado pasos firmes tras la desmovilización de sus votantes en las últimas citas electorales y hoy ocupan el centro del tablero político en la relación con Catalunya, el Estado y la defensa de la soberanía vasca.