España está empatada, con ganadores que pierden y perdedores que ganan como resultado de su intransigencia y la negación de la aritmética que suma y resta. Al final el triunfo será para quien alcance el poder y, según dice la vieja canción de Abba, “el ganador se lo lleva todo”. En el ámbito audiovisual ha ganado la televisión pública estatal hasta el punto de que La 1 supera a Telecinco en las audiencias de julio y lleva a lo más alto del prestigio periodístico a Silvia Intxaurrondo, Xabier Fortes y Marc Sala por sus espacios de mañana y noche y el debate entre candidatos. Al otro lado, asistimos al deterioro de Antena 3 con su mal perder por su apuesta de gobierno del PP con Vox. ¿Qué mosca le ha picado a Vicente Vallés con el PNV? Saltándose la línea de la certeza que separa la información de la opinión, el conductor del principal telediario de la cadena ha tratado estos días de envilecer a los nacionalistas vascos. Dijo el madrileño: “Es llamativo que presuman de haber frenado a la derecha como si ellos fueran de izquierdas, cuando el PNV es un partido democristiano representante de la burguesía vasca cuyo lema es Dios y leyes viejas”. Todo eso, sacado de su contexto histórico y de la mera realidad, es una declaración de hostilidad a la que responderá Euskadi con el debido desprecio. También Ana Rosa se cuenta entre los fracasados. ¿Y qué decir de las encuestas y sus trackings? Han fallado hasta el estrépito, seguramente por el sesgo ideológico de los sociólogos revestidas de Aramís Fuster y Rappel. Ha perdido Pablo Motos y su deriva sectaria, lo mismo que Ayuso (la mujer de rojo) y su rasputín Rodríguez. Y han mordido el polvo el lema bobo Que te vote Txapote y la mentira táctica. Nos espera un otoño de crispación y necedades, momento propicio para refugiarse en la dignidad de la radiotelevisión.