Tele 5 trajo de vuelta el otro día a Pocholo para hablarnos de quién le rompió la mochila en un reality llamado Hotel Glam, que se emitió hace 20 años y que a nadie le importa. La cosa, claro, sonó tan extemporánea como aburrida porque, además, no era ni siquiera una anécdota inédita, este señor que nadie sabe a lo que se dedica (amenaza con que quiere volver a vivir de la tele) lleva todos estos años contando la misma monserga cuando tiene ocasión. Esta vez fue en el programa de Bertín Osborne que, tras ser cancelado hace un tiempo, ha vuelto a esta nueva-vieja Tele 5 que desde la marcha de Vasile tenía dos volantes y no ha parado de derrapar, así que alguien han decidido ahora que vuelva a tener un solo conductor con la intención de que ponga la zapatilla en el acelerador sin que nadie pise el pedal de freno ni dé volantazos. 

Y ahí está Bertín Osborne de nuevo, tras buscarse las habichuelas en un par de autonómicas, con ese programa donde nos sermonea con su visión rancia de España al tiempo que presume su torpeza en la cocina como buen señorito de otra época mientras prepara, nos cuentan, la conversión de su televisiva casa en un hotel catódico donde los fans puedan pasar unos días y creerse estrellas del programa. Algo así como cuando los autobuses llenaban de turistas la finca de la Jurado y pagaban por hacerse fotos con los personajes secundarios.

Y ahora llega Cristina Tárrega, aquella musa de la tele trasnochada de los dobles sentidos y el tonteo con noctámbulos salidos, que fue pionera en hacer una televisión radiada (con un micro y un teléfono, que no había wasap), un modelo baratillo que se ha extendido por toda la parrilla y todos los formatos de una tele sin vergüenza, como demuestra que todos los programas de Tele 5 se hagan desde el mismo plató, y el de Tárrega no va a ser la excepción. Le toca cargar con la mochila del programa cancelado a Paz Padilla, que han cambiado de nombre esperando que nadie se dé cuenta.

Y entre tanta vuelta, el extraño caso una señora que se niega a coger la maleta. Ana Rosa Quintana, esa mujer que volvió a mitad de octubre a la tele tras superar un cáncer, con el propósito de trabajar menos horas por consejo médico, renuncia ahora a las vacaciones de julio en su empeño de derrocar a Pedro Sánchez tras practicar toda la temporada un periodismo de cachiporra que replica los usos y vicios antes solo vistos en canales ultras, tipo Intereconomía y otros sucedáneos, pero nunca, hasta ahora, en una cadena generalista que aspira a audiencias masivas. Es la otra pesada mochila con la que tiene que cargar ahora la nueva-vieja Tele 5 en ese empeño de renovarse sin cambiar rostros, programas ni mensajes... pero sí presidentes.