La noche de ayer recordó a lo ocurrido hace ocho años cuando empujado por el viento esperanzador del fin de la violencia, Bildu, la nueva marca que entonces aglutinó las fuerzas de la antigua Batasuna, Alternatiba y EA, obtuvo unos resultados que ninguna encuesta supo anticipar. Ayer, ocurrió algo parecido. Es cierto que los sondeos concedían a la formación de Otegi un buen resultado, con opciones de disputarle la victoria al PNV en Vitoria y en Donostia, así como en Gipuzkoa. Contra esta posibilidad se rearmó el PNV llamando a la participación, consciente de que podría ser la formación más castigada por un aumento de la abstención. En Gipuzkoa, la participación fue casi siete puntos menor que en 2019 y en ese contexto, EH Bildu volvió a demostrar la fortaleza y fidelidad de su electorado, que le respondió tanto en la CAV como en Navarra. Desde la perspectiva guipuzcoana, llama la atención la gran victoria de Maddalen Iriarte, con 22 escaños, mejorando nada menos que en cinco junteros y en algo más de 2.000 votos el resultado de hace cuatro años. Curiosamente, es la misma cosecha que obtuvo Martin Garitano en 2011 y con los mismos votos. Entonces, Bildu pudo gobernar en solitario porque no se produjo ningún pacto para desbancarle. La coalición independentista hizo una lectura equivocada del apoyo recibido y sin tener la mayoría suficiente para desarrollar sus políticas, gobernó como si la tuviera, con el resultado por todos conocido. La gran incógnita que deja el resultado de ayer es si Iriarte será capaz de concitar los apoyos necesarios para convertirse en la primera mujer diputada general y poder gobernar la próxima legislatura. De estas elecciones ha salido malparada la alianza entre jeltzales y socialistas, una fórmula que ha regido los destinos de la Diputación durante ocho años y que ha recibido el castigo de los guipuzcoanos con la pérdida de cinco junteros, tres del PNV y dos del PSE. La suma de ambos, 24 procuradores, no les alcanza para gobernar con mayoría absoluta en esta nueva legislatura pero Joseba Egibar, presidente del GBB, confirmó, en una lectura apresurada del veredicto de las urnas, que Eider Mendoza hará valer su candidatura para ser diputada general. Si EH Bildu lograra el apoyo de Podemos, romper el empate quedaría en manos del PP, el otro triunfador de la noche. Mientras los socialistas compensan su retroceso foral con el resultado en sus principales plazas municipales, donde resisten bien, Podemos sigue en decadencia y ve cómo sus perdidas son ganancias para EH Bildu. Para el PNV, la de ayer fue una noche amarga, inesperada por su holgura y sin una explicación que se pueda refugiar en la realidad socioeconómica de Gipuzkoa. Si el gran resultado de Bildu hay que encuadrarlo en el contexto general de Euskadi, lo mismo cabe decir del PNV, que ha sufrido mermas en todos los territorios. La pérdida de Tolosa se veía venir, no así Arrasate y mucho menos un feudo histórico como Hondarribia, donde ha ganado Abotsanitz, la escisión pro alarde tradicional de la izquierda abertzale. La victoria por tercera vez de Eneko Goia en Donostia, de enorme valor simbólico y político por su capacidad de aguantar el empuje de EH Bildu, apenas puede endulzar un balance general que requiere de reflexión con generales y autonómicas en un año.