¿Cuándo piensan que tendremos la jornada de cuatro días y un reparto de trabajo que permita por un lado vivir más plenamente y por otro lado dar más oportunidades a las generaciones más jóvenes?

Debería haber sido una de las cuestiones de estas elecciones (o de las de diciembre) y debería estar ya como propuesta real al menos para las administraciones.

¿Cuánto tiempo tendremos que esperar para que los coches particulares desaparezcan completamente de los centros urbanos? Una ciudad para pasear, para la bicicleta y otros sistemas de movilidad sostenibles y para el transporte público eléctrico únicamente. Por el momento las calles siguen condenadas a la primacía de los coches, y los tibios avances acaban enfrentando a quienes menos culpa tienen de la contaminación, la enfermedad, el cambio climático, es decir a peatones y ciclistas.

¿Por qué gran parte de las ayudas para transformar la actual dependencia energética se las llevan las grandes empresas que se habían ya enriquecido con la situación previa? Sería bueno que en los nuevos gobiernos que estrenaremos se plantearan la necesidad de imponer criterios éticos, favorecer la participación ciudadana, cambiar las formas en lo que ya se podría hacer porque, está visto, así se favorece siempre una sociedad más igual y libre.

¿Por cuánto tiempo seguiremos viendo violencias contra las mujeres, odios contra las personas más vulnerables, que a pesar de las buenas políticas que se comienzan a implantar siguen teniendo que evitar el mapa de las zonas peligrosas de la ciudad? No es cosa de poner más policías ni más farolas, sino de asegurar que el futuro se comprometa con la paz y el diálogo.

Ya ven qué cosas se me ocurren cada vez que llegan elecciones; pasa la campaña y las votaciones y todos estos temas se quedan en la carpeta de “pendientes”.