El otro día cumplió El Maestro 82 años y en breve lo tendremos por aquí dando unos cuantos conciertos. No cantará Not Dark Yet, pero en Not Dark Yet (1997) suelta la frase “he estado en el fondo de un mundo lleno de mentiras, no busco nada en los ojos de nadie”. Vivimos en ese mundo. Esta semana –todas las semanas lo vemos, por todas partes–, lo hemos visto con el anuncio de que el cineasta y actor John Cleese, de los míticos Monty Python, se había visto obligado a quitar para la adaptación teatral de La vida de Brian la famosa escena en la que Eric Idle dice que quiere ser tratado como una mujer y tener hijos. La máquina de extender mentiras y rumores anunció que le habían censurado y que Cleese había claudicado a la presión ante una escena que podría irritar a cierto sector del público. Tuvo que salir el propio Cleese a explicar que ni se le había pasado por la cabeza quitar esa escena, aunque sí que algunos actores le comentaron qué iba a hacer –una vez conocida la supuesta noticia que luego no fue tal–. Pero el ruido ya estaba hecho. El ruido al principio es tan extendido y ensordecedor que cuando la verdad sale a la luz ya prácticamente nadie le presta atención o directamente la analizas bajo el prisma del pensamiento “seguro que iba a ser como dijeron al principio pero luego no les ha quedado más remedio que recular”. Al final, esto se lleva ya unos cuantos años extendiendo a montones de situaciones de la vida y de la prensa –Cleese denunció que ni un solo medio de comunicación británico le llamó para contrastar la información de la supuesta censura– y nos estamos todos convirtiendo en unos descreídos olímpicos. No tener confianza plena en todo es sano y ayuda a comprender el mundo y a guardar la viña, pero hasta cierto punto, porque desconfiar de todo o directamente no creer en nada es deprimente, es bueno encontrar verdad en los ojos ajenos.