Este año cumplen medio siglo The dark side of the Moon de Pink Floyd, Quadrophenia de The Who, Innervisions de Stevie Wonder y otro puñado de maravillas que cambiaron el mundo (el mío desde luego). Algunos discos no llegaron a España hasta años después, otros los escuchamos en copias en cassette caseras de quienes tenían contactos. Esos años fueron también el escenario de la primera crisis global del petróleo, cuando la OPEP decidió no vender petróleo a los países que habían apoyado la política genocida de Israel cuando el Yom Kipur, la consecuente carestía y escasez se traspasó rápidamente a todo, no solamente los combustibles y el transporte, sino a toda la producción que en esa locura desarrollista de comienzos de los setenta había comenzado a usar masivamente el plástico para todo. Incluyendo el material de los vinilos de los LP (nota para las últimas generaciones: los discos no son un invento supermoderno e indie, venían de antes cuando aún no se había inventado la digitalización ni los discos compactos, cuando MP3 eran siglas desconocidas). Los discos se encarecieron haciendo aún más prohibitivo seguir al día de las novedades, menos mal que teníamos la radio sobre todo por la noche. El plástico era caro y su fabricación se resintió, haciéndose con material de peor calidad (los discos se rayaban por nada, ay). Incluso se optó en parte por el reciclado o por nuevos materiales intentando tirar adelante.

Ahora nos acordamos de esa música genial publicada en 1973, pero apenas nos queda el recuerdo de aquellos primeros avisos de que los recursos no son ilimitados y su uso tiene consecuencias. En esos años poco nos había importado ese aviso de Los límites del crecimiento publicado en 1972. No podrá decirse que no estábamos avisados de lo que nos vendría luego.