Antena 3 se cobró caro dar el bote más alto de la historia de Pasapalabra. El programa, desplazado de su horario de tarde fue programado a las 22.40 horas, pero allí no estaba Roberto Leal sino la hijísima de la Preysler (la que habla raro, perdón una más de las que habla raro) convertida en la Robin Hood de los ricos defendiendo la tesis de los ayusers de que está bien que los que tienen pasta se aprovechen de las ayudas para los pobres porque no es “ilegal”. Fue la gran lección (in)moral que nos dio Antena 3, que nos secuestró dentro de El hormiguero, como quien te deja dentro de un ascensor averiado, hasta que a las once de la noche abrieron las puertas aprovechando que la Ley de la Contraprogramación ha muerto y ya no te multan ni por cambiar el horario de un programa ni mucho menos por retrasarlo sin motivo. 

Así que cuando la doña dejó de decir paridas ante el empeño de sus compañeros de mesa de camuflar sus salidas de tono y cuando el ascensorista Pablo Motos nos liberó del secuestro, ya sí, por fin pudimos ver el histórico Pasapalabra con el spoiler gigante, alimentado toda la semana, de que Orestes o Rafa (los concursantes más carismáticos que ha tenido este concurso) se llevaba el bote más alto de la historia del programa: 2.272.000 euros.  

Y efectivamente, fue un programa bestial convertido en acontecimiento histórico, en el que un centradísimo Rafa, desde el principio del programa, en su intento de evitar volver a la silla azul acumuló casi todos los segundos, que ni falta le hicieron porque completó el rosco de un tirón, sin decir una sola vez Pasapalabra, haciendo que pareciera fácil lo difícil y dejando a Orestes sin posibilidad de iniciar si quiera su turno. Lo nunca visto. 

Así que ya vale con la paranoia desatada en redes de que si fue un tongo, que se lo habían chivado, que por qué no se alegró al ganar esa fortuna... Vamos a dejar de quitar méritos a la gente que lo tiene y el conspiranóico que escupa al cielo que se quede quietecito mientras justifica sus neuras que evidencia que ni ha visto antes el programa, porque Rafa ya había resuelto 23 palabras del rosco de una tacada, y ahora han sido las 25. Los dos han sido concursantes excepcionales, aunque el marcador diga que Rafa ganó más veces a Orestes.

Pero claro, es fácil empatizar con el burgalés y su particular sentido del humor, y es fácil criticar la seriedad de Rafa por no fingir las acrobacias que la ley no escrita de la tele dice que todo concursante tiene que hacer cuando gana algo (porque te lo piden fuera de cámara), y así lo vemos todos los días en todos los concursos por muy cutre que sea el premio, así que hay quien imagina que con esa pasta pues saltará y gritará más. 

La tele se ha vuelto tan artificial que cuando alguien se comporta de manera natural, se queda en shock, abraza a su rival y le dedica unas bonitas palabras, hay quien no entiende nada y concluye que todo ha sido un tongo porque nadie es tan listo ni es tan bueno. Es triste, pero así estamos.

A partir de ahora, a Pasapalabra le toca caminar en el desierto de arrancar con un bote de 100.000 eurillos (quién los pillara), alejado de sus dos mejores concursantes y con el spoiler gigante (como ya le pasó a ¡Boom!) de que si el programa se emite a las ocho es porque no se llevan el bote. 

Las normas del programa les han obligado a prescindir también de Orestes, aunque no le vendrá mal esperar en el banquillo de casa a que el bote engorde para volver a atacar. “Es el mejor concursante que ha tenido Pasapalabra”, reconoce Rafa y ya ha demostrado, rosco mediante, que es un tipo que sabe muchísimo.