Estos días ha levantado ampollas un artículo que, desde una pretendida posición de izquierdas, critica duramente la inmigración y el posicionamiento político sobre ella. El problema es más grave que la evidente falta de base teórica sobre el fenómeno migratorio en el que se fundamenta el artículo. Lo verdaderamente preocupante es que reproduzca fielmente el análisis de situación y soluciones propuestas por la extrema derecha europea.

Con respecto al análisis de situación, no se puede entender el fenómeno de la migración sin atender a dos aspectos claves. El primero es el colonialismo y sus nuevas formas de neocolonialismo que oprimen a los países del sur global. Obviar el contexto socio-histórico en el que se producen los movimientos de las personas es descontextualizar el fenómeno, lo cual conlleva una individualización del mismo. Justo lo que propone el neoliberalismo para cualquier fenómeno, se trata de un problema personal que cada quien deberá resolver en una sociedad competitiva de mercado libre.

Lo segundo es que las dinámicas actuales de los flujos migratorios responden a lo que Saskia Sassen denomina “expulsiones”, esto es, desplazamiento forzado. La gente migra por necesidad, no por placer; según datos de la Organización Internacional de las Migraciones, a finales del año 2020 había en el mundo 26,4 millones de personas refugiadas reconocidas, siendo tan solo un país del norte el que se encuentra entre los cinco principales países de acogida. Los desplazamientos debido al cambio climático se prevé que lleguen a 143 millones de personas en el año 2050 si no hay una acción urgente en relación con el clima de los países que más contaminan, entre los que se encuentran aquellos desde los que se grita: “que no vengan!” a aquellas personas que sufren las consecuencias. Muy de izquierdas no parece la postura.

Mirando a las soluciones propuestas las podemos resumir en “que no entren”, “que se vayan” o el consabido, “no soy racista, pero….” La argumentación encaja como un guante en lo que se ha denominado “racismo moderno” entendido como la idea de que “los otros” están violando valores arraigados y ejerciendo una excesiva e ilegítima presión para alterar el status quo. En palabras de Ulrich Beck, “los extraños son unos vecinos de los que se dice: estos no son como nosotros!” y este proceso de construcción política del extraño, de la alteridad, es fundamental para presentarnos a las personas migrantes como seres extraños, peligrosos, inintegrables, que amenazan nuestros pueblos. Esta construcción es la base sobre la cual justificar posteriormente la creación de ciudadanos de primera y de segunda o los propios actos de discriminación.

El artículo invita a ser valiente a la izquierda y tomar posición política. Resulta sorprendente que pida algo que ya se ha hecho. La solidaridad internacionalista, la ciudadanía global, el enfoque de derechos, el apoyo a los oprimidos, la libre circulación de las personas, la acogida, el apoyo mutuo, el antirracismo, la lucha contra la necro política o la solidaridad de clase, son, desde hace décadas, las bases desde las que se formulan nuestras propuestas. A ello hay que sumar que la sociedad vasca siempre ha dado un paso al frente, por ejemplo, los miles de vascos y vacas que han ejercido la solidaridad con otros pueblos desde posiciones internacionalistas y de cooperación al desarrollo, con organizaciones como SOS Racismo, pionera en el estado español, movimientos sociales como Ongi Etorri Errexufiatuak insertos en decenas de municipios vascos, iniciativas como Zaporeak, que promueve apoyo en campos de refugiados, barcos como el Aita Mari que rescata personas del mediterráneo, auto organización para acoger y ayudar al tránsito de personas en Irun, campañas para el cierre de los centros de internamiento de extranjeros en, la red ZAS antirumores…..¿son necesarios más ejemplos de lo que la sociedad vasca afirma alto y claro? Inmigración sí, gracias.

No somos ajenos a que hay una ola reaccionaria que recorre toda Europa y que está “lepenizando los espíritus” de una parte de la socialdemocracia y la izquierda europea, como el movimiento Aufstehen en Alemania y su retórica antiinmigración o los partidos socialdemócratas de Austria o Dinamarca que quiere externalizar las peticiones de asilo. Pero hay algo que tiene que quedar claro, con nosotros que no cuenten. Donde sí nos encontrarán es en el apoyo a las organizaciones de personas racializadas y migrantes, en la lucha de las mujeres que trabajan en el sector de cuidados y servicios por sus derechos laborales, en las múltiples iniciativas que la sociedad vasca está impulsando para construir un mundo más justo… El camino está claro, ahora necesitamos personas valientes que quieran transitarlo.

Secretario de Derechos Humanos y Memoria Democrática de Podemos Euskadi