No puedo evitar sentirme como un completo marciano en el mundo que sale en los informativos televisivos. Ha muerto la Reina de Inglaterra: sin duda un hecho histórico. Puede que marque diferencias incluso geoestratégicas a la larga: hay países como Australia o incluso Canadá que se plantean convertirse en repúblicas y desconectarse así del monarca británico. Pero no, la detalladísima pompa y boato del entierro y del relevo pesaban mucho más en los informativos.

También estoy perplejo con la memoria histórica de tales programas. Por escasa y selectiva.

El pasado 11 de septiembre –como no podía ser de otra forma– se dedicó mucho espacio a recordar los atentados contra las torres gemelas. Me chocó el escaso rigor histórico del recuerdo. Solo estuvieron los aviones que fueron estrellados contra las torres gemelas y la mortandad que ello causó. Y en el dolor de las víctimas que aún permanece. No hubo alusión alguna a que ese mismo día otro avión fue hecho estrellar contra el Pentágono ni de otro más que se estrelló en Pensilvania después de que los pasajeros del mismo se rebelaran. Nada de eso vi en los informativos de ese día.

Por supuesto: ni una sola mención al otro 11-S: el de 1973 en Chile. Me consta que en Chile aún siguen muy presentes los efectos de todo tipo de la era Pinochet. Y ni hablar del efecto que tuvo en todo el cono sur y en la situación de los derechos humanos de la región.

Y sin tener que irnos tan atrás en el tiempo: hace un año también había concluido ya la trágica evacuación de Afganistán. Me quedo corto con lo de trágica. Mereció una mención de pasada, al socaire de la notica de un incremento dramático de suicidios de mujeres en ese país al socaire del Día Internacional contra el Suicidio, el día anterior. Como si fuera un hecho menor. Me resulta cada vez más insoportable el baremo con el que se atribuye espacio –y por tanto importancia– a las cosas.

A mucha honra, soy un marciano.

@Krakenberger