uiza matiza su histórica neutralidad internacional, Finlandia y Suecia sopesan ingresar en la OTAN, Georgia y Moldavia quieren hacer lo propio en la Unión Europea y Reino Unido vuelve a sentarse en las reuniones de los ministros europeos de Asuntos Exteriores de la UE. Rusia va camino de ganar una guerra cuya posguerra se antoja más difícil que la campaña militar. La crisis de Ucrania trae cambios que no caben en este periódico y cuyas repercusiones son inimaginables. Quizá -por fin, ya era hora- conlleve la apuesta europea por la mayor autosuficiencia posible. Empezando por la energética, la industrial y la alimentaria. Cambios, reflexiones e ideas que son el reverso de la huida que centenares de miles de personas protagonizan desde Ucrania hacia otros países europeos. Los que pueden marcharse, porque hay quien no puede. En esta Europa del siglo XXI subirse a un tren es una forma de enviudar. O de quedarse huérfano. De dejar fuera del vagón al marido o al padre que te dio la vida y que se queda en el frente para matar y vivir. En el andén, es posible sentirse aún vivo mientras ves marchar en un tren la que era tu vida hacia el horizonte. Porque eso, y no las piezas del Risk movidas en el tablero ni los bloqueos económicos, es la guerra.