a Real afronta mañana el penúltimo paso para alcanzar una final que en otros tiempos se planteaba en el horizonte del aficionado txuri-urdin como una utopía. Pero bien sabemos todos que ya no lo es. Este equipo alcanzó la gloria en La Cartuja hace diez meses, el pasado 3 abril, al colocar en la vitrina de Anoeta un nuevo título 34 años después tras ganar al Athletic con el ya inolvidable gol de Mikel Oyarzabal. Y esto ya es para siempre. La Copa tiene esas cosas, que cuando menos te lo esperas, cuando acumulas fracasos temporada tras temporada, cuando ya no despierta ni la más mínima ilusión, ¡zas! Te sitúa en disposición de alcanzar la final. Como así sucedió... y así puede volver a suceder. El equipo de Imanol tiene, de nuevo, la magnífica oportunidad de presentarse en unas semifinales que, tal y como está transcurriendo el torneo, podrían ser ante un rival de menor entidad. Y en los tiempos que corren, en este fútbol de estrellas y presupuestos millonarios, clubes como el guipuzcoano no pueden dejar escapar la ocasión. En Anoeta, con lo que empuja la afición, se puede y se debe superar al Betis y dar un paso de gigante hacia otra ilusionante final. Y esta vez, si la puñetera pandemia nos deja por fin, sería en el mismo escenario pero con el apoyo de la hinchada realista. El fútbol nos debe esto.