- Jamás dejará de sorprenderme la capacidad de la izquierda verdadera para no pensar en un elefante cuando lo tiene delante. O, peor, para negar que el elefante está ahí y ponerse farruco con quien apunta su presencia. Es lo que pasó el otro día en el acto, ya glosado en esta misma página, en que se pretendía lanzar la todavía difusa propuesta liderada por Yolanda Díaz. A nadie que tuviera ojos y capacidad de discernir se le pudo escapar que una de las cuatro mujeres escogidas para arropar a Díaz, la ceutí Fátima Hamed, iba tocada con un hiyab, o sea, un pañuelo islámico. De entrada, y antes de profundizar más, hablamos de un elemento cuyo sentido es netamente religioso. ¿No les resulta extemporáneo a los campeones siderales del laicismo? Teóricamente, y casi da vergüenza que la comparación esté tan a huevo, viene a ser lo mismo que esas mantillas con peineta que tanto se afearon (con razón) a María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría o Esperanza Aguirre.

- Ya, sí, claro. Me sé el comodín: ¡es que no es lo mismo! Y la cosa es que en este minuto del siglo XXI, eso es cierto, pero a la inversa. Me explico. La mantilla es apenas un residuo del pasado, ornamento de frikis y postureras de derechas como las arriba citadas. El pañuelo musulmán, por desgracia, tiene una vigencia demoledora como símbolo de imposición de uno de los más salvajes y exentos de denuncia totalitarismos de nuestro tiempo: el integrismo islámico. Y aquí es donde cedo la palabra a voces infinitamente más autorizadas que la mía, como la de la escritora catalana (sí, catalana) Najat El Hachmi, cuyo feminismo y su izquierdismo fuera de dudas no le han impedido escribir los siguiente: "Gracias por incorporar a vuestras filas el símbolo de nuestra opresión. Será que las moras españolas no somos mujeres y nuestra libertad puede esperar. Nuestro feminismo es de segunda y podéis hundirnos un poco más para seguir encerradas en la cárcel del islamismo".

- Les recomiendo vivamente que lean cualquiera de las obras (novelas o ensayos, da igual) de quien se expresa con tanta claridad. Y si quieren ahondar más, les invito a descubrir un manifiesto titulado No nos taparán. Su autora, la melillense Mimunt Hamido Yahia, también ha hablado sin pelos en la lengua del tocado de Hamed: "¿Quién en su sano juicio piensa que es feminista ponerte un símbolo patriarcal en la cabeza por el que cada día mueren mujeres en el mundo?". Sinceramente, no creo que haya mucho que añadir.