oda propuesta que se precie necesita reacciones. Es la mejor manera de darla a conocer, de que la gente la comente. Hay un dicho del mundo comunicativo que lo explica muy bien: "El buen paño en el arca no se vende". En este caso parece que sí ha salido del arca y con fuerza. Es lo que le ha ocurrido al Manifiesto por el Gernikako Arbola como himno de Euskal Herria/Baskonia que un numeroso grupo de músicos presentó el pasado día 12 en Pamplona.

Para entender la propuesta, conviene destacar tres aspectos que recoge el Manifiesto que quizás hayan pasado algo desapercibidos.

1. Propone adoptar como himno solamente la primera estrofa. 2. Propone respetar los actuales himnos, el Gora ta Gora de la CAV y el Himno de las Cortes de Navarra. 3. Propone que el Gernikako Arbola sea para toda Euskal Herria/Baskonia, ámbito que actualmente no tiene himno. Si alguien desea leer el Manifiesto para hacerse con una idea más completa del mismo, puede consultarlo en la dirección web www.gernikako-arbola.eus, incluso puede adherirse si lo considera.

Por las reacciones recopiladas vía medios y redes sociales que he podido seguir, una mayoría de las personas que han manifestado su opinión lo ha hecho a favor, aunque ha habido reacciones de indiferencia y contrarias de cierta importancia.

Los indiferentes, los que opinan que les da igual, que hay otros problemas, que no es el momento, etcétera, han de admitir que si se desea cohesionar un país, el imaginario plasmado en el nombre, los símbolos y los valores, constituye la base de cualquier construcción. El momento para lanzar una idea puede ser otro, pero tener esbozada la base requiere tiempo y consenso. Es lo que trata de lograr este Manifiesto para el himno, uno de los símbolos.

Entre las reacciones contrarias, he observado tres tipos de posturas: la defensiva, que ha cerrado filas en torno al Gora ta Gora; la radical, que lo ha rechazado por su ideología asimilacionista o religiosa, y la perfeccionista, para quienes todo tiene que responder a su ideal.

La postura defensiva ha estado liderada por Iñaki Anasagasti, con varios escritos publicados en su blog y reproducidos en medios del Grupo Noticias. Expone las razones por las que el Gora ta Gora es el himno de los vascos. Es precisamente este concepto "de los vascos" el que, nuevamente, reproduce nuestra eterna tensión denominativa que nos va a perseguir de por vida, hasta que no aclaremos la semántica de los ámbitos que componen Euskal Herria/Baskonia.

El Gora ta Gora no es el himno oficial de todos los vascos, es el himno de una parte del país de los vascos, es el himno de la Comunidad Autónoma de Euskadi. El himno de los vascos de Navarra es otro, es el Himno de las Cortes, y el de los vascos de Baskonia Norte ninguno específico, porque no lo han definido. Nadie puede negar que la situación actual sea esta, es un hecho irrefutable.

Anasagasti expone acertadamente la historia de cuando se aprobó el Gora ta Gora, la riqueza de su melodía y por qué no tiene letra actualmente. Ahora bien, soslaya cuál podría ser el himno de toda Euskal Herria/Baskonia, de los territorios de la Comunidad Autónoma de Euskadi, la Comunidad Foral de Navarra y la Communauté d'aglomeration Pays Basque, incluso de los vascos de la diáspora.

Sin embargo, aporta una pista, y quizás solución, de sumo interés, en su primer escrito. Afirma: "Conozco Venezuela y tiene su Gloria al Bravo Pueblo pero su segundo himno nacional es el Alma Llanera. Y así en cientos de países. ¿Por qué aquí no?" Esa precisamente es la propuesta de los firmantes del Manifiesto. De su pregunta se deduce que le parecería bien que el himno oficial de la Comunidad Autónoma de Euskadi sea el Gora ta Gora y el segundo himno el Gernikako Arbola. Puede ser una vía muy interesante, y se podría extender a la Comunidad Foral de Navarra, para que su primer himno sea el Himno de las Cortes y el segundo, el Gernikako Arbola. De esta forma, se avanzaría hacia soluciones de encuentro, que tanta falta nos hacen.

El segundo grupo de críticas ha venido de personas que manifiestan que el Gernikako Arbola no les representa, principalmente por dos motivos: porque no es rupturista y porque tiene toque religioso.

El hecho de ser un himno fuerista en sus inicios no le quita ni pizca de valor. En primer lugar, porque, cuando Iparragirre lo creó, los fueros suponían la reivindicación máxima. Y en segundo lugar, porque el concepto de fueros hoy se entiende de forma amplia, como la expresión de un pueblo manifestada en sus propias leyes. Si se comprenden estos puntos, el motivo de la radicalidad queda superado. Además, fue de facto el himno de los vascos en momentos muy duros de nuestra Historia reciente, de vascos de todos los colores políticos, de vascos de todas las procedencias geográficas.

Respecto a la connotación religiosa, pueden chocar las palabras "santua" y "bedeinkatua" del párrafo propuesto como himno. Paradójicamente, son adjetivos aplicados a un árbol al que hay que adorar. Nada tiene que ver con la ortodoxia católica que se pretende atisbar en esas palabras. El canto a los árboles y la naturaleza surge en el Romanticismo, e Iparragirre, como hombre de su tiempo, realizó una magnífica metáfora de lo que se vivía en el país simbolizada en un árbol. Pese al tiempo transcurrido, es un concepto muy moderno, muy en sintonía con estos tiempos en los que se aboga por la sostenibilidad y el respeto a la naturaleza.

Estas dos amplias visiones, la de superar la contraposición entre fueros-independentismo-asimilacionismo y entre laicismo-religiosidad, son las que hacen grande a este himno, ya que permite su adhesión a diferentes formas de pensar, al admitir interpretaciones diversas.

Por último, está la postura perfeccionista, del sí pero no, puede ser pero no, ya que no es del todo perfecta. Esta postura viene representada por la editorial de Berria del día 13 de agosto firmada por Martxelo Otamendi.

Su crítica se centra en que un himno que se apruebe con los postulados de hoy debe ser "laico, moderno, igualitario, interétnico, del siglo XXI". Olvida que cualquier himno que se precie ha de durar, y el que se apruebe con los estándares actuales seguramente no sirva dentro de 20, 40 o 100 años.

Comenta que las palabras "bedeinkatua", "santua" no son modernas, una obviedad. También dice que el Gernikako Arbola cita cinco veces "Jainkoa eta Jauna", aspecto que la letra propuesta no lo recoge. Este es un error habitual de muchas de las críticas realizadas. No se han percatado de que la propuesta se ciñe a la primera estrofa.

Igualmente obvia que el Gernikako Arbola cumple la mayoría de los requisitos que exige. Si a alguien piensa que el símbolo de un árbol, ante el que se reunían inter pares para tomar decisiones no es actual, aunque quizás no moderno, que lo argumente. Por lo demás, nadie podrá negar que esta letra no es laica, igualitaria e interétnica (Eman ta zabal zazu munduan frutua). Se trata de afianzar símbolos que han de perdurar, que nadie se olvide.

A esto hay que añadir que es un zortziko, una melodía propia de Euskal Herria/Baskonia, que en general llega muy bien al alma del país. Por distintos motivos, el Gernikako Arbola no se reproduce demasiado últimamente, pero todavía hoy es una canción escuchada y conocida por todas las generaciones. Y no deja de ser un himno cantado en todos los rincones de Euskal Herria/Baskonia, con una épica sin igual, entrañable para muchos, con una letra muy fácil de memorizar y que concita encuentros.

Lo propio sería aprovechar la ocasión de este Manifiesto para buscar acuerdos básicos, superando pequeñeces, siendo generosos y tratando de construir un imaginario colectivo que se sostenga en el tiempo.