icen que la nitroglicerina, además de para fabricar explosivos, puede utilizarse en algunos tratamientos médicos, en dosis precisas, claro está, ya que ayuda a la dilatación de las coronarias y los vasos sanguíneos y facilita el transporte de oxígeno y nutrientes al corazón. Pero a mí, cuando me la dan para desayunar, me pone que reviento. Vamos, que soy como un puñetero volcán. Me hace gracia, por cierto, la palabra puñetero (la uso porque me prometí que iba a intentar evitar tacos en mis columnas). Me recuerda a cuando tenía 16 años, y en medio de una competición, uno de mis rivales, el favorito a ganar (campeón de Bizkaia), después de arrojar la jabalina lo más lejos que pudo, no contento con su lanzamiento, exclamó: "Mecachis la mar". Fue como un subidón y a la siguiente que cogí el palo, le metí un meneo que se fue a tomar€ (por saco). ¡No pensé yo que volaran tanto esos cacharros! Pues desde que llegó el coronavirus a nuestras vidas, yo creo que alguien me está echando nitroglicerina en el Cola Cao. "Relativiza", me decía ayer la persona que da sentido a mi vida. Sus palabras son como la valeriana para mí. Es como si apretase el botón para desactivar el lanzamiento de misiles nucleares. Y me pregunto: ¿Qué sería de nosotros sin aquellos que nos quieren?
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