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Todo atado, bien atado... y bien camuflado

La inminente exhumación del dictador Francisco Franco es sin duda una buena noticia, sin obviar la vergonzosa tardanza en ejecutar dicha iniciativa. No obstante, es notablemente insuficiente en la aspiración a conseguir una verdadera reparación para todas las víctimas de la represión franquista. ¿Dónde quedan los miles de desaparecidos a lo largo y ancho del país? ¿Dónde está la firme condena y posterior petición de perdón por todo aquello? Pareciera que solamente se pidiera tales actitudes a cierta base social, en una clara intención de imponer un relato de vencedores y vencidos. No sería tan relevante ni peligroso el susodicho genocida, sino el legado dejado y perpetuado institucionalmente. Resumiendo, peor que Franco sería el franquismo instalado y bien protegido. Hace pocos días se cumplió un nuevo aniversario, 44 años para ser más exactos, del fusilamiento de Txiki, Otaegi y demás luchadores antifranquistas. Dudo mucho de que si Jon Paredes Txiki levantara la cabeza, sintiera especial alegría o tranquilidad, si viera que tras tantos años, el mayor debate nacional fuera el de exhumar los restos de su asesino. Más bien sentiría, todo esto a mi humilde parecer, una profunda preocupación al ver sentencias como la de los jóvenes de Alsasua o la represión policial brutal a la ciudadanía a la hora de ejercer su derecho al sufragio universal. Todo eso y mucho más ocurre y seguirá ocurriendo esté o no esté Franco en esa cripta. Somos muchos los que estamos más que hartos de tanta demagogia e hipocresía, de estas acciones electoralistas y oportunistas, que acompañadas del nuevo llamamiento a las urnas, hacen que perdamos la ilusión en un futuro mejor. Su incompetencia y chulería insultan a la inteligencia y el buen hacer del pueblo honrado y trabajador. Creo honestamente que merecemos algo mejor, sin ataduras de nadie, ni de dictadores, ni de sus herederos.