Hay mucha poesía en torno a estas palabras, que de algún modo reflejan tanto lo que somos como lo que parecemos. Quizás el ombligo no sea tan poético pero reúne una serie de características muy comunes a nuestra especie. Y si los ojos son el espejo del alma, cuando nos miramos en él vemos algo más que una imagen. Si retenemos la mirada podemos llegar a ver nuestra alma, para lo que es necesario estar mentalmente predispuesto, pues de lo contrario solo veremos reflejado el paso del tiempo y no mucho más.
En mi casa, para no llevarme disgustos innecesarios, no hay ningún espejo, y procuro, allá donde vaya, no mirarme en ellos, pero, inevitablemente siempre hay alguno a la vuelta de la esquina que te está esperando para recordarte quién eres y que es lo que pareces, que se suele corresponder con nuestro discurrir cronológico.
Después de estas reflexiones he llegado a la conclusión de que no hay que mirarse demasiado al espejo, por que es más o menos como “mirarse el ombligo”, y esa es otra cuestión.