El retorno del nuevo ciclo político coincide con uno de los eternos problemas que también quebranta la economía del país y acosa -en este caso- a jubilados pensionistas.
La hucha de las pensiones es la cúspide de un islote de la economía social pública que emerge como un guadiana cuando navega con la paga doble y dormita el resto del cauce y curso político, sin que nadie se atreva aún a la tan ansiada reforma-trasvase de las pensiones públicas a la economía privada, como finalidad última del poder financiero y derecha conservadora emergente.
Al margen de los números de llenado y vaciado de la hucha con que nos ilustran los medios, en España se está soslayando el debate de fondo: ¿Por qué las pensiones contributivas están ligadas exclusivamente a las cotizaciones? Si contestamos que porque se acordó en el Pacto de Toledo (1995), es cierto, pero a la vez tan simple e interesado como ciertos artículos aprobados en la Constitución de 1978. En esta para enjuagar chapuzas del pasado, y en aquel para sortear o trasvasar a sus perceptores, la losa del incierto futuro sociolaboral, pero con toda seguridad losa y no alas... como vamos viendo.
Coincide el economista y técnico de Hacienda Juan Francisco Martín Seco: “Son todos los ingresos del Estado los que deben garantizar (dice la Constitución) las pensiones públicas. El error de fondo consiste en considerar a la SS como algo distinto del Estado, que precisa tener una hucha o que le preste el propio Estado... cuando el Tribunal de Cuentas afirma que la SS está en quiebra, olvida que es parte del Estado”.
Reforma de las pensiones para recuperar su filosofía original como prestación y no como aportación a un fondo de ahorro (jamás auditado en estos 40 años), pues como recalca Martín Seco: “La viabilidad de las pensiones, al igual que el resto de gastos sociales, no depende, como nos quieren hacer creer, de cuántos son los que producen, sino de cuánto se produce y de la decisión política y social sobre la distribución de lo que se produce. No se necesita reformar las pensiones sino el sistema fiscal”. Cada vez más, coincidimos mas en ello... los “sin voz.”